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80 chapters
71. Nuestra parte.
Después del tenso momento que habían pasado, Elisa intentó relajarse todo lo que pudo para poder disfrutar al máximo el rato que estaba pasando con su padre, y el gesto frio de Martha no logró atenuar la extraña felicidad que le había invadido el cuerpo.Raúl era un hombre gracioso, firme y tenía un no sé qué que hacía confiar en él, Elisa incluso vio como Emanuel se integró bastante en la conversación y pasaron juntos un buen rato.—¿Tienes una maestría en derecho? —le preguntó Elisa y él asintió.—En la cárcel tuve mucho tiempo libre, estudié todo lo que pude —Elisa señaló a Emanuel.—Él también tiene maestrías —Emanuel le acarició el brazo.—A Elisa le interesan las maestrías, creo que quiere hacer una de
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72. Historia improvisada.
Mientras bajaba por el ascensor Elisa pensó que Emanuel estaría furioso con ella si se diera cuenta, habían prometido no volver a mentirse, pero aquel no era un secreto de Elisa, y era demasiado delicado como para andarlo revelando. Se golpeó la frente, Luis también la mataría si se enteraba, lo mejor era mantenerlo todo para sí misma mientras investigaba por su cuenta. La palabras que le dijo Eduardo Tcherassi llegaron a su mente: Tienes un peculiar sentido de la justicia que a veces me hace pensar en la venganza. Elisa se rio para sí misma frente al espejo, qué fama tenía.Cuando bajó al piso donde estaba la oficina de Eduardo respiró profundo y caminó con seguridad. Cuando pasó frente a la oficina de la secretaria se agachó y gateó debajo de la ventana para que no la viera y se rio de sí misma.La oficina estaba frente a un amplio corredor
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73. Buscando secretos.
El ascensor se abrió en el piso donde estaba la oficina de Emanuel, Elisa no quiso arriesgarse y que Luna viera en el indicador que se había detenido en otro piso, así que después de salir corrió por el corredor y entre las otras oficinas hasta que llegó donde Linda.—¿Siguen ahí? —le preguntó Elisa y la secretaria asintió.—Apenas llegó don Eduardo —Elisa asintió y escribió en un papel que le tendió a la mujer.—Cuando salga, llámame —la mujer tomó el papel y sonrió de lado.—Claro, y sí, no le diré nada a mi jefe —Elisa le guiñó un ojo y entró de nuevo al ascensor con paso acelerado. Esperó que Luna ya no estuviera en el primer piso observando el indicador del ascensor, luego se golpeó mentalmente, estaba siendo muy paranoica, estaba segura
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74. Para toda la vida.
Emanuel organizó todas las cosas que tenía sobre el escritorio, no porque necesitara realmente ordenarlas, más bien porque quería distraerse en algo mientras esperaba la llegada de su padre a la oficina.No lo había visto desde hacía un par de meses, y mucho menos después de enterarse que el hombre estaba involucrado en CERBERO y todo lo demás, ¿Cómo sería capaz de comportarse frente a él si estaba seguro que se llenaría de asco no más verlo? Terminó de organizar hasta el último lapicero cuando su celular sonó a su lado. Se sintió tentado a ignorarlo, pero casi nadie le escribía y la curiosidad le ganó. Desbloqueó el aparato comprobó que era un mensaje de Elisa.— No le diré la verdad a Luna, mucha gente sabe, si pregunta me fuiste infiel —Emanuel frunció el ceño y dejó escapar
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75. Secreto liberado.
Un enorme salto de Mael despertó a Elisa, e instintivamente apoyó la mano en su vientre, pero se encontró con la cálida mano de Emanuel que ya estaba ahí.—Siempre patea cuando me siente —le dijo él al oído y Elisa sonrió recostando la espalda en el pecho del hombre, pero la sonrisa se le borró de la cara, el día había llegado.Ya habían pasado dos meses desde que Elisa se hubiera colado en la oficina de Eduardo Alcántara, y por suerte las cosas habían sido bastante calmadas para ellos durante esos dos meses.Emanuel había invitado a los dos inversionistas turcos a una cena en la casa y todo había parecido salir bastante bien, Elisa tuvo que guardar silencio durante toda la cena, una mujer no debía de participar en con versaciones de negocios según los turcos, y mintieron cuando preguntaron si ella había preparado la ce
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76. Cuando el fin llega.
Elisa puso el celular en silencio después de cortar la llamada de Eduardo Tcherassi, Luna la seguía esperando en la puerta y la acosaba con la mirada, pero los pies de Elisa tardaron un segundo en reaccionar.—¿Estás bien? —le preguntó la mayor de los Alcántara y Elisa asintió.—Solo nerviosa por la junta —Luna le sonrió, la rubia traía el cabello en un bollo alto, como los que se hacía Alexei.—Verás que todo va a estar bien —Ambas entraron, el asiento de Elisa estaba entre Noel y Paloma que lo primero que hizo cuando vio a Elisa fue darle un enorme beso en la barriga.—Te presento a Benjamín Bernal —le dijo y le señaló a un muchacho alto y delgado de cabello negro —El hijo de los Bernal —el muchacho le dio la mano y Elisa le sonrió lo mejor que pudo.En el lugar estaban todos los dire
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77. El verdadero enemigo.
Era carretera destapada y el vehículo se movía de un lado a otro con violencia, pero Elisa intentó conservar el equilibrio mientras se lanzaba hacia el frente con el cable enredado en las palmas de las manos, rodeó el cuello de Eduardo Alcántara y se inclinó hacia atrás para comenzar a asfixiarlo. Ni siquiera de detuvo a pensar si quería matarlo, solo sabía que tenía que salir de ahí a toda costa o esa vez sí no la contaría, así que apoyó la rodilla en el respaldo de la camioneta y haló con fuerza el cable enredado en el cuello del hombre. La camioneta comenzó a desviarse un poco hacia la derecha cundo una nueva contracción le hizo perder todas las fuerzas, era un dolor ciego tan fuerte que le nublaba la visión e hizo que el cable se le resbalara de la mano.Escuchó a Eduardo toser varias veces y no pudo hacer nada cuando la tomó p
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78. Cuando llega la tragedia.
Elisa intentó alejarse lo más que pudo de la mujer que le apuntaba con el arma, y se vio tentada a abrir la puerta y salir corriendo, pero estaba segura de que le dispararía por la espalda.Apretó los ojos y mordió fuerte cuando otro dolor ciego la invadió, no podía permitir que la llevaran, hubiera preferido morir en ese instante antes de ser violada por un enfermo, pero pensó en su hijo, en Mael, él tenía el derecho de vivir y no sería Elisa la que provocara algo que pudiera herirlo.—Es tu sobrino —le dijo Elisa como suplica y la mujer se limpió una lágrima con la punta de la pistola.—No veré a mi hijo probablemente en años, por tu culpa, ¿crees que ahora me importa realmente eso? —le apuntó con el arma a la cara cuando el helicóptero asomó por encima de los árboles y nubes de polvo enorme se alza
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79. El fin.
El charco de sangre que salía del cuerpo de Alexei se mesclaba con el líquido amniótico rojizo que salía de Elisa, y los fuertes dolores hacían que ella lanzara terribles gritos de agonía mientras trataba de presionar la herida sangrante del hombre.—Mirame —le dijo él a Elisa y ella esperó a que pasara el dolor para poder abrir los ojos —Tienes que ser valiente, Elisa —estaba demasiado pálido y sudoroso y cuando Elisa le acarició la mejilla notó que estaba terriblemente frio.—Vamos a estar bien —le dijo y lo tomó del mentón para que la mirara —dilo —Alexei negó con la cabeza.—Elisa ya no siento mis pies, ni el dolor —los ojos de Elisa se llenaron de lágrimas, eso no era una buena señal, así que señaló a Emanuel que estaba un metro más allá apuntando con el
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Epílogo
6 Meses despues Ya habían pasado meses desde el acontecimiento y a Elisa aún le costaba dormir en la noche, despertaba en medio de pesadillas con el rostro transformado de Luna. Despertaba sudorosa de un salto cuando caía junto con ella del helicóptero, pero los brazos de Emanuel estaban ahí para abrazarla y decirle que la lucha ya había terminado, que ya estaban a salvo y que todo estaba bien, y cada vez las pesadillas se hacían menos frecuentes; Pero Elisa sabía que nunca se irían del todo, era el peso que tenía que cargar, cada decisión que había tomado en la vida la habían llevado a aquellos momentos, la habían llevado a sostener a su hijo entre sus brazos. La vida la había golpeado con fuerza, pero el bebé de cabello negro y de ojos azules que dormía pacíficamente sobre su regazo era el premio que le había dado por no rendirse. El bebé despertó con un amplio bostezo y la luz del sol que se colaban por las blancas cortinas le rozaban la suabe piel pálida. Elisa lo contempló con
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