30. Capítulo
Bufó. De pronto se puso a mirar a su alrededor, solo estaban ellos dos afuera. Lejos de los invitados. —No hay nadie por aquí, solo nosotros. —de nuevo miró, para comprobarlo, en efecto así era. —¿Y qué con eso? No soy un loco, no te voy a hacer algo, solo platicamos. Pero podemos volver si eso deseas. —le dejó saber, en ningún momento pronunció que era un loco. Se aproximó a ella y llevó un mechón de su pelo tras su oreja, el acto dulce, le provocó a la joven el delirio contundente, y se sentía con alas volando hacia el cielo tras sentir su roce mágico, qué había durado tan poco, pero se sintió eterno. La verdad es que el magnate la volvía loca, solo que tirarse a los brazos de esa locura no se veía correcto y nunca lo sería, aún así, ambos se quedaron viendo a los ojos como un par de enamorados que no sé decían nada, pues sus ojos fijamente clavados en la profundidad mutua, ya lo decían todo. —¿Qué estamos haciendo? —soltó mientras se perdía cada vez más en sus ojos azulados y él
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