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Todos los capítulos de Enseñame a amarte: Capítulo 41 - Capítulo 50
51 chapters
41. Problemas y más problemas
Eran alrededor de las ocho de la noche cuando el avión aterrizo e inmediatamente salimos de migración nos dirigimos a buscar a mi chofer quien probablemente hacía ya unos cuantos minutos se encontraba esperando por nosotros fuera del aeropuerto y con ello la vida tan movida y caótica que suelo llevar nuevamente cobro vida.— Bienvenidos sean señor Richmond y Christian — comentó aquel no muy bien nos vio acercar mientras abría la puerta trasera para que nosotros dos ingresáramos.— Gracias, me da gusto volver a verte — increpé y su cara de sorpresa al escucharme decir aquello tomo vida.Ya en el interior de aquel vehículo, como me encontraba con una idea pendiente desde que salimos desde Flor del Este, así que dije a Christian queriendo concretarla — necesito que hagas algo por mí.— Haber que puede ser — con algo de curiosidad me dio la cara pensando que lo que saldría de mi sería algo gracioso.— Necesito que envíes a la casa el mejor equipo médico especializado que consigas.— ¡Eh!
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42. La trilogía perfecta Christian, Silvia y yo
Sin perder tiempo aquella dio rienda suelta a su parloteo y cuanto pudo contar de manera detallada nos hizo conocer lo que hacía de todo aquello un asunto más delicado aún.Según lo que yo entendía aquellos pretendían dar un fuerte golpe, uno desde donde más me impactara y con el cual pudieran quitarme de su camino fácilmente y desde donde más podrían hacerlo sino era desde la parte central, pues sencillo, lo harían tomando posesión de todo lo interno desde donde se realizan cada una de las operaciones que se llevan a cabo en ambas entidades.En resumidas cuentas para hacer énfasis en ello aquella vendría a ser nuestra base de datos, tanto dentro del grupo Argoni como en Manameng Richmond de donde pretendían robar información sumamente importante.Silvia algo asustada comentó tras dar a conocer aquellos pequeños detalles — ¿Qué vamos a hacer? No podemos dejarle el camino tan libre para que ellos hagan a diestra y siniestra a su merced.Yo pretendía tomar la palabra para intentar tranq
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43. Las curiosas peleas de mi asistente y de mi mano derecha
Ha transcurrido casi una semana desde que llegué de nuevo a Orlando y desde que se supo todo gracias a la ayuda de Silvia en aquella cafetería, una semana en la cual luego de haber descansando mientras estuve en Flor del Este mis recurrentes sueños donde aparecía aquella chica nuevamente de la nada surgieron, nada fuera de lo común. Aun hoy de los buitres aquellos aún no se ha sabido nada ya que aparentemente se encuentran esperando el momento justo para dar su tan gran golpe y curiosamente todo aquí se mantiene extrañamente tranquilo aun más de lo normal. Y de Milena bueno, la verdad no eh tenido noticias aún de ella, lo que me hace sentir algo impaciente porque con toda mi alma y mi ser no hay cosa en el mundo que más añore hacer que contemplar su tierna imagen. Hoy es viernes y ha sido un día común y corriente, uno de esos tantos que me suelen rodear, la mañana a pasado sin ningún contratiempo y sin ningún nuevo acontecimiento, así que trabajando meramente en medio de las
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44. Prueba de paciencia
Lo que dije no lo hice con toda la verdad, aunque así lo pareciese, más bien lo hice queriendo que apartaran de mi aquella molesta mirada acusadora que aquellos habían colocado en mi contra y sin dudas funciono, Silvia y Christian soltaron los nudos que habían hecho los dos en sus ropas y hacia lados contrarios se retiraron, un total alivio había sido tal división para mí aún más sabiendo que no tenía que intervenir. Desde donde se encontraban los vi alisar sus ropas con sumo cuidado queriendo deshacerse de las arrugas que su adversario había hecho en sus prendas mientras se dedicaban una que otra mirada fulminante. ¡Chas, Chas! Chasquee los dedos por lo menos tres veces antes de que ambos me mirasen. — Y bien que necesitas — cuestioné a Christian una vez que finalmente obtuve su atención. — Que vengas conmigo Alexander. — ¿Qué? Ahora. — Si, es algo importante, necesito que me acompañes. — Y que tan importante puede ser tal asunto como para tener que salir de m
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45. El sabor del reencuentro
— Será o no será. Analizo en mi mente las múltiples posibilidades que hago en mi cabeza al pensar lo que probablemente hubiera sucedido si antes de marcharme yo le hubiera dicho a Alexander la verdad de quien yo era en realidad, a pesar de que hace ya unos cuantos días que regrese a mi vida cotidiana junto a Emely, Jean Pierre y los demás. — Pero aun así dudo de que en realidad nosotros dos hubiéramos podido tener un futuro con lo especialmente diferentes que somos y hablo de nuestros mundos que como él agua y el aceite difícilmente se mezclan. Hace un rato ya que me encuentro sentada con la mirada perdida en el horizonte y olvide por completo lo que eh venido a hacer a este lugar pues ahora mismo curiosamente me encuentro en La Perl, lo que traería algunas consecuencias para mí. — Si sigues hay suspirando de esa manera Milena, nos dejarás sin oxígeno a todos aquí. — ¡Eh! Como, suspirando yo, no para nada — dije queriendo mentirle a Emely quien se había acercado a mí de la nada y
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46. La decepción de Milena
Lo que me hacía falta, Alexander había chocado contra mi vida de nuevo y de una manera caótica, ahora contra lo que supone la realidad, mi realidad y era casi esperable suponer que nada bueno vendría con ello. Sí, era algo que yo quería, tenerlo así de cerca y que me reconociese como lo que soy significaba mucho para mí, aunque no lo iba a admitir delante de él, eso probablemente jamás lo haría. Ahora bien, que interrumpiera de tal manera mi sola existencia fue un llamado claro a la guerra y las secuelas que aquello trajo de por medio a la vida no solo mía sino de todos fueron muchas y cada una con un peso peor que el anterior. Su presencia no solo hizo que mí día a día se viese afectado, sino que también hizo estragos en mi trabajo y en la relación que tenía con mis amigos especialmente con Emely la cual fracaso de la nada y sin razón, aclaro solo por la presencia de un hombre, cosa que ella demostró una vez llego la noche y el tiempo de explicar con ello se formó. Emely por más
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47. La locura de Em
Las constantes insinuaciones que Emely le hacía a Alexander la hacían ver tan descarada que era difícil para mí asociarla a la chica tan noble que por años conocí, aquella con el corazón tan dulce que acogí y considere ser parte de mi familia y que ahora de la nada literalmente se encontraba colocándose como parte de alguna subasta vendiéndose al mejor postor.Molesta me puse de pie, yo no estaba dispuesta a ver toda aquella escena que aquellos dos quisieran montar pensando que Alexander sería igual de descarado que Emely pues él no me había dado chance de pensar lo contrario.Así que decidida me dispuse a marchar y como me aleje con prisa se me hizo casi algo rápido el alejarme del sofá y llegar justo al inicio del pasillo que da rumbo a nuestras recamaras, digo pues nuestro apartamento no es tan grande que digamos.— A donde piensas irte — grito Alexander con fuerza pretendiendo llamar mi atención.Para aquel momento yo me encontraba dándoles un tanto la espalda y así sin girarme pu
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48. La persecución
A pesar de ser un día tan movido recibir aquella invitación tan inesperada y casi de manera obligatoria por parte de Christian sin dudas alegro grandemente mi vida cuando en medio de aquellos pasillos encontré a la figura de la persona por la que ahora estaría dispuesto a mover cielo y tierra de ser necesario. Su figura entallada en aquel uniforme que delimitaba con énfasis los puntos más llamativos de todo su cuerpo la hacían ver tan hermosa y tan perfectamente curvilínea, que por un momento me hacía dudar respecto a que si realmente era ella o se trataba de otra persona quien a lo lejos yo contemplaba. La emoción que aquello me produjo me hizo caminar en su búsqueda y romper con ello su espacio personal mientras se encontraba dando la espalda hacía la dirección en la que yo me encontraba para aquel instante. Escucharme llamar por su nombre fue sin dudas sinónimo de sorpresa para ella, su mirada perpleja y su boca semi abierta me lo dejaron bien en claro una vez que descubrí su
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49. La huida de Alexander y Milena
Y tal como debía de suceder Christian y yo arribamos al tercer nivel con evidente prontitud. Una vez el ascensor se abrió y el pasillo se presento ante nuestros ojos buscar aquel apartamento indicado con el número que aquella señora dio a conocer fue mi tarea principal. Por lo cual, habiendo girado a la derecha tal y como aquella indico a unos quince metros la puerta con el número trescientos siete en la distancia se mostró. Inmediatamente la descubrí acercarme fue lo primero que busqué hacer pues la ansiedad de verla de nuevo me ganaba con creces. — Disminuye tu intensidad, no vez que actúas como loco — cuestiono de pronto mi acompañante. Christian estaba realmente incomodo con la situación era evidente, por lo que intento gradualmente detenerme, pero ya que me encontraba allí simple y llanamente yo no podía hacerlo, encontrarla era mi prioridad pues un extraño presentimiento latente en mi me inquietaba y de algún modo me hacía sentir sumamente temeroso de ella. Por lo que hab
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50. La torre Greith
Eran más o menos las nueve de la noche cuando Harris arribo a la carretera principal tomado por la tranquilidad que en este momento experimentaba a diferencia de lo que había manifestado momentos atras. Sí, habíamos logrado salir ilesos de aquel infierno, aunque Milena era notable que estaba bastante disgustada e inconforme con la situación. Una vez arribamos al auto prácticamente como un cuerpo sin vida se instalo en aquel asiento y allí se quedó observando por la ventana, en tanto se acomodó de manera tal que su cuerpo aparentaba reposar como en cual cómodo lecho, mientras sus ojos se perdían en la imagen que a través de la ventana del auto contemplaba. Aunque de ella no salía nada que pudiera asociar a ello yo sabía que estaba sufriendo y que muy probablemente se encontraba llorando pese a que no era capaz de divisar completamente su rostro, era lo menos que podía hacer tras ver como a quien llamo amiga durante tanto tiempo había terminado de perder la cabeza frente a ella e i
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