Inicio / Romántica / Enseñame a amarte / Capítulo 31 - Capítulo 40
Todos los capítulos de Enseñame a amarte: Capítulo 31 - Capítulo 40
51 chapters
31. Manuel contra nosotros
Abro mis ojos algo sorpresiva mientras con la mirada intento descubrir en donde me encuentro puesto que la última imagen que ronda en mis recuerdos es haber tenido en frente de mi la figura de Alexander y a causa de aquello busco levantarme de donde me encuentro, pero término particularmente siendo detenida. — Recuéstate aun no te puedes levantar — me indicó una voz mientras sentía como las manos de aquella persona eran acomodas sobre mis hombros. — ¡María! — Recalco tras verle — ¿Dónde estoy? — En tu recamara, Alexander te trajo cuando te desmayaste, dime ¿Qué fue lo que ocurrió? Y la pregunta probablemente más incómoda para contestar se escucho — nada María, solo me desmaye. Desde el fondo de la habitación tras yo simular dar aquellas palabras con firmeza prácticamente intentando no dar más detalles se escucho decir con un tono un tanto burlesco e incomodo — te conozco muy bien Milena como para darme cuenta de que lo que dices no es del todo cierto. Nerviosa cuestione
Leer más
32. Recuerdos que duelen
Dar paso a la docilidad que cuidar a Milena ameritaba y que debía de tomar desde hoy ante ella probablemente y quizás hasta el momento final de nuestra partida de este lugar dio un anunció claro de que solo para mí vendrían una serie de acontecimientos y evidentes cambios. Yo Alexander, quien estaba tan acostumbrado a ser servido hoy se dignaría por primera vez en muchos años a servir cosa que nunca hasta el sol de este día me hubiera dignado a admitir a hacer delante de nadie y menos de una mujer. Dar la noticia de que yo sería su cuidador, noticia que fue dada delante de todos los que en aquella recamara se encontraban dio mucho de qué hablar, en parte no del todo en un buen sentido especialmente por Milena quien de lleno opto por la negación. Lidiar con ella durante aquel tiempo la verdad no fue nada fácil para mí, pues gracias a su fuerte actitud, su mal humor y su constante interés en llevarme la contraria hicieron que mi paciencia sin dudas se viera afectada en más de una
Leer más
33. Recuerdos que duelen - 2 (Tiempo antes de la huida de Milena)
Observándola en su plena huida era tanto mi preocupación por ella en aquel instante, que salí a toda prisa rumbo al pasillo. — ¡Milena! — volví a gritar con la esperanza de que aquella fuera capaz de darme la cara, pero tal como sucedió hacía un momento atrás, recta y sin voltear continuó. — ¿Cuál será él mal que estoy pagando? — cuestione al viento pensando de que aquel podía llegar a darme una respuesta en cuanto a aquello, pero no, la realidad era de que yo muy bien conocía cual era la respuesta a aquella pregunta, una que sin dudas a mi no me agradaba pues me convertía de paso en el villano de la historia. Desde a expensas de la entrada de aquella habitación la vi desaparecer y adentrarse rápidamente al área de la piscina, llevando un caminar muy de doncella de la alta alcurnia que conformaba más que nada un leve bailoteo de caderas de derecha a izquierda muy característico que la hacían ver aun más tentativa. A sabiendas de que no podía dejarla sola intente serenar mis pen
Leer más
34. Recuerdos que duelen - 3 (Tiempo antes de la huida de Milena)
— Me atrevo a decir que es mucho más que eso, lo que te pasa no puede llamarse poco, de modo que, porque no mejor dices que estas completamente perdido de la cabeza y valla que te concedería la razón en el acto. Milena por unos segundos se relajo una vez que se encontraba abrazada a mi e incluso en aquel momento debido a tales circunstancias parecía ser hasta otra persona, el contacto físico conmigo la había hecho cambiar tanto, que su espíritu de pelea parecía haberse adormilado. Aquellas aguas durante el tiempo en el que estuvimos allí se convirtieron no solo en cómplices nuestras, sino que también se convirtió en la más fiel testigo de lo que verdaderamente empezaba a surgir entre nosotros, una relación de la cual y aunque no lo queríamos aceptar éramos igualmente participes de ello. Producto de aquello empezamos a jugar haciendo en parte uso del mismo coqueteo que entre los dos aparecía y entre chapoteos, risas, conversaciones y uno que otro momento cursi la tarde transcurri
Leer más
35. Recuerdos que duelen - 4 (Tiempo antes de la huida de Milena)
Ante ella rogué y rogué desesperado e inquieto y tanto fue mi querer, que en una de esas me atreví incluso a arrodillarme delante de ella, mientras con insistencia tiraba un poco de su ropa. — Por favor es lo único que te pido, no permitas que me muera tomado por esta agonía. Ante ella volví a bajar la cabeza y casi como si aquello se tratase del mejor ruego jamás pronunciado finalmente María algo molesta y alegre a la vez comentó. — ¡Ahs! Ya déjame bien te lo diré. — Enserio harías eso por mí. — Contal de que me dejes en paz pues sí — indico aquella con algo de seguridad — bien Alexander, Milena dijo que iría a la terraza superior, quería estar sola un momento y ese lugar es el más tranquilo que aquí se puede llegar a encontrar luego de que se hizo la remodelación del segundo nivel, los empleados no van hasta allá a menos de que sea algo necesario por lo que suele ser un lugar bastante solitario. — Y como llego hasta allá. Mar
Leer más
36. Recuerdos que duelen - 5 (Tiempo antes de la huida de Milena)
— No lo culpes a él, tarde o temprano ellos aparecerán, recuerda que ahora Flor del Este es un lugar muy ajetreado y hay asuntos con los que se ha de lidiar fuera de estas tierras, por lo que es entendible el que no estén, ya yo en todo caso me eh acostumbrado a ello, además de que son otros tiempos, las personas crecen y cambian cosa que la verdad son hechos esperables. Milena de la nada empezó a mostrar algo de compasión hacía mi, su mirada se notaba triste e incluso parecía que aquella podía llegar a experimentar fácilmente lo que yo sentía. Ahora bien, mirándola así a la cara mis estúpidas hormonas comenzaron a hacer de la suyas y el incontrolable deseo de querer besarla que en mi dormía comenzó a manifestarse haciendo arder con fervor, la sangre que por mis venas circula. Contemplando su innegable inocencia, yo estupefacto allí permanecía apretando en silencio los dientes para evitar hacer algo de lo cual yo probablemente luego me arrepentiría. Así, ante tal conversación pensé
Leer más
37. Recuerdos que duelen - 6 (Tiempo antes de la huida de Milena)
A partir de mi cercanía con Milena puedo llegar a decir que todo fue a parar a peor o mejor todo depende de cómo se mire la situación, pues la verdad no sabría cual opción elegir, el caos a mi vida llego de una manera por un lado bonita y por el otro se convirtió en un asunto bastante triste para lidiar.Una vez Milena cerró la puerta tras de sí una explosión de emociones llego hasta mi, como cual niño pequeño empecé a danzar regocijado ante el gozo que me envolvía.En silencio intentaba brincar moviéndome de un lado a otro sin dar crédito alguno respecto a lo que en aquella terraza había sucedido.Pataleando feliz me movía, de aquí para allá lo hacía como si acaso me hubiera ganado al fin la lotería y tomado por aquel sentimiento con suma satisfacción me dirigí hasta mi recamara.Entre bailoteos provocados por el mismo sentimiento una vez listo me adentre en aquella cómoda cama y antes de que me diese cuenta en el mundo de los sueños me sumergí.La noche más serena y placida, en todo
Leer más
38. Recuerdos que duelen - La revelación de la verdad
— Como que tu pequeña Ava, porque hablas de ella con tanta confianza — estupefacto al ver como hablaba de aquella niña le cuestione, pero la respuesta que surgiría a partir de allí me daría sin dudas mucho que pensar y sobre todo que sentir.— Antes de nuevo te pregunto, realmente no me reconoces.— Porque tendría que hacerlo, no entiendo que viene eso al caso Manuel.— Alexander, tiene mucho que ver.Christian y yo no hacíamos nada más que verlo en tanto escucharlo mientras que de vez en cuando interrumpíamos esperando a que de él llegara a surgir alguna frase realmente relevante o que constara realmente con sentido.Cuando ese momento llego, yo no sabía qué hacer, que pensar o cómo comportarme, y fue tanto el absorto que aquellas palabras dejaron en mí que por un momento yo podía llegar a ser confundido con cualquier pieza de arte carente de vida.— Alexander soy el señor Carlos Vargas, el abuelo de Ava, con quien hablaste hace ya unos cuantos días y quien te invito a venir de nuevo
Leer más
39. Recuerdos que duelen - Primera dificultad
Petrificado ante aquella me quede, era imposible y algo difícil de entender para mí el hecho de que, como si era ella no me lo dijo, como si era Ava no me puso en alerta y me obligo a contenerme, como sí era aquella niña que conocí hace tantos años atrás se dejo tomar por aquel juego en el cual yo pensaba ser el titiritero, pero sin embargo al final yo terminaba siendo el títere que era movido a su voluntad.— Porque se quedaron callados, porque no me explicaron — aun de espaldas pregunte con la cabeza semi agachada.— Ava quería hacerlo, pero lo que sucedió contigo y conmigo tras tu llegada no le sentó nada bien, por lo cual quiso ponerte a prueba y así ver que tanto en ti había cambiado.— Hacía ustedes no eh cambiado, aun ciento el mismo amor y el mismo agradecimiento que sentí por ustedes en aquella ocasión.— Pero a ella no le pareció y por ello guardo silencio.Volviéndome salí desde detrás del escritorio y dándole la cara esta vez al abuelo Carlos con los ojos un tanto húmedos
Leer más
40. Adiós Flor del Este
Eran más o menos alrededor de las cuatro de la tarde cuando el avión despego desde el aeropuerto de Santo Domingo con destino a Orlando para a fin de cuentas volver a casa mientras yo acomodado en aquel asiento me dedique a observar por la ventana como por segunda vez esta tierra tan hermosa me ve de nuevo partir.La conmoción de descubrir cada uno de los detalles que a mi conocimiento fueron reveladas en tan poco tiempo me hacían sentir de algún modo abrumado, tanto que el más simple intento de descansar en el avión suponía para mí una enorme incomodidad y así el tiempo dentro de aquella nave transcurrió mientras que yo me perdía gradualmente en mis propios pensamientos.Al desvanecerme en ellos había uno que me producía mayor inquietud que los demás y tenía pocas horas de ocurrir.Luego de haber comido el abuelo Carlos se retiró con prisa por un momento tras María haberse acercado a él quien le susurró algo al oído.— Alexander y Christian, podrían esperarme aquí por un momento, se
Leer más