A partir de mi cercanía con Milena puedo llegar a decir que todo fue a parar a peor o mejor todo depende de cómo se mire la situación, pues la verdad no sabría cual opción elegir, el caos a mi vida llego de una manera por un lado bonita y por el otro se convirtió en un asunto bastante triste para lidiar.Una vez Milena cerró la puerta tras de sí una explosión de emociones llego hasta mi, como cual niño pequeño empecé a danzar regocijado ante el gozo que me envolvía.En silencio intentaba brincar moviéndome de un lado a otro sin dar crédito alguno respecto a lo que en aquella terraza había sucedido.Pataleando feliz me movía, de aquí para allá lo hacía como si acaso me hubiera ganado al fin la lotería y tomado por aquel sentimiento con suma satisfacción me dirigí hasta mi recamara.Entre bailoteos provocados por el mismo sentimiento una vez listo me adentre en aquella cómoda cama y antes de que me diese cuenta en el mundo de los sueños me sumergí.La noche más serena y placida, en todo
— Como que tu pequeña Ava, porque hablas de ella con tanta confianza — estupefacto al ver como hablaba de aquella niña le cuestione, pero la respuesta que surgiría a partir de allí me daría sin dudas mucho que pensar y sobre todo que sentir.— Antes de nuevo te pregunto, realmente no me reconoces.— Porque tendría que hacerlo, no entiendo que viene eso al caso Manuel.— Alexander, tiene mucho que ver.Christian y yo no hacíamos nada más que verlo en tanto escucharlo mientras que de vez en cuando interrumpíamos esperando a que de él llegara a surgir alguna frase realmente relevante o que constara realmente con sentido.Cuando ese momento llego, yo no sabía qué hacer, que pensar o cómo comportarme, y fue tanto el absorto que aquellas palabras dejaron en mí que por un momento yo podía llegar a ser confundido con cualquier pieza de arte carente de vida.— Alexander soy el señor Carlos Vargas, el abuelo de Ava, con quien hablaste hace ya unos cuantos días y quien te invito a venir de nuevo
Petrificado ante aquella me quede, era imposible y algo difícil de entender para mí el hecho de que, como si era ella no me lo dijo, como si era Ava no me puso en alerta y me obligo a contenerme, como sí era aquella niña que conocí hace tantos años atrás se dejo tomar por aquel juego en el cual yo pensaba ser el titiritero, pero sin embargo al final yo terminaba siendo el títere que era movido a su voluntad.— Porque se quedaron callados, porque no me explicaron — aun de espaldas pregunte con la cabeza semi agachada.— Ava quería hacerlo, pero lo que sucedió contigo y conmigo tras tu llegada no le sentó nada bien, por lo cual quiso ponerte a prueba y así ver que tanto en ti había cambiado.— Hacía ustedes no eh cambiado, aun ciento el mismo amor y el mismo agradecimiento que sentí por ustedes en aquella ocasión.— Pero a ella no le pareció y por ello guardo silencio.Volviéndome salí desde detrás del escritorio y dándole la cara esta vez al abuelo Carlos con los ojos un tanto húmedos
Eran más o menos alrededor de las cuatro de la tarde cuando el avión despego desde el aeropuerto de Santo Domingo con destino a Orlando para a fin de cuentas volver a casa mientras yo acomodado en aquel asiento me dedique a observar por la ventana como por segunda vez esta tierra tan hermosa me ve de nuevo partir.La conmoción de descubrir cada uno de los detalles que a mi conocimiento fueron reveladas en tan poco tiempo me hacían sentir de algún modo abrumado, tanto que el más simple intento de descansar en el avión suponía para mí una enorme incomodidad y así el tiempo dentro de aquella nave transcurrió mientras que yo me perdía gradualmente en mis propios pensamientos.Al desvanecerme en ellos había uno que me producía mayor inquietud que los demás y tenía pocas horas de ocurrir.Luego de haber comido el abuelo Carlos se retiró con prisa por un momento tras María haberse acercado a él quien le susurró algo al oído.— Alexander y Christian, podrían esperarme aquí por un momento, se
Eran alrededor de las ocho de la noche cuando el avión aterrizo e inmediatamente salimos de migración nos dirigimos a buscar a mi chofer quien probablemente hacía ya unos cuantos minutos se encontraba esperando por nosotros fuera del aeropuerto y con ello la vida tan movida y caótica que suelo llevar nuevamente cobro vida.— Bienvenidos sean señor Richmond y Christian — comentó aquel no muy bien nos vio acercar mientras abría la puerta trasera para que nosotros dos ingresáramos.— Gracias, me da gusto volver a verte — increpé y su cara de sorpresa al escucharme decir aquello tomo vida.Ya en el interior de aquel vehículo, como me encontraba con una idea pendiente desde que salimos desde Flor del Este, así que dije a Christian queriendo concretarla — necesito que hagas algo por mí.— Haber que puede ser — con algo de curiosidad me dio la cara pensando que lo que saldría de mi sería algo gracioso.— Necesito que envíes a la casa el mejor equipo médico especializado que consigas.— ¡Eh!
Sin perder tiempo aquella dio rienda suelta a su parloteo y cuanto pudo contar de manera detallada nos hizo conocer lo que hacía de todo aquello un asunto más delicado aún.Según lo que yo entendía aquellos pretendían dar un fuerte golpe, uno desde donde más me impactara y con el cual pudieran quitarme de su camino fácilmente y desde donde más podrían hacerlo sino era desde la parte central, pues sencillo, lo harían tomando posesión de todo lo interno desde donde se realizan cada una de las operaciones que se llevan a cabo en ambas entidades.En resumidas cuentas para hacer énfasis en ello aquella vendría a ser nuestra base de datos, tanto dentro del grupo Argoni como en Manameng Richmond de donde pretendían robar información sumamente importante.Silvia algo asustada comentó tras dar a conocer aquellos pequeños detalles — ¿Qué vamos a hacer? No podemos dejarle el camino tan libre para que ellos hagan a diestra y siniestra a su merced.Yo pretendía tomar la palabra para intentar tranq
Ha transcurrido casi una semana desde que llegué de nuevo a Orlando y desde que se supo todo gracias a la ayuda de Silvia en aquella cafetería, una semana en la cual luego de haber descansando mientras estuve en Flor del Este mis recurrentes sueños donde aparecía aquella chica nuevamente de la nada surgieron, nada fuera de lo común. Aun hoy de los buitres aquellos aún no se ha sabido nada ya que aparentemente se encuentran esperando el momento justo para dar su tan gran golpe y curiosamente todo aquí se mantiene extrañamente tranquilo aun más de lo normal. Y de Milena bueno, la verdad no eh tenido noticias aún de ella, lo que me hace sentir algo impaciente porque con toda mi alma y mi ser no hay cosa en el mundo que más añore hacer que contemplar su tierna imagen. Hoy es viernes y ha sido un día común y corriente, uno de esos tantos que me suelen rodear, la mañana a pasado sin ningún contratiempo y sin ningún nuevo acontecimiento, así que trabajando meramente en medio de las
Lo que dije no lo hice con toda la verdad, aunque así lo pareciese, más bien lo hice queriendo que apartaran de mi aquella molesta mirada acusadora que aquellos habían colocado en mi contra y sin dudas funciono, Silvia y Christian soltaron los nudos que habían hecho los dos en sus ropas y hacia lados contrarios se retiraron, un total alivio había sido tal división para mí aún más sabiendo que no tenía que intervenir. Desde donde se encontraban los vi alisar sus ropas con sumo cuidado queriendo deshacerse de las arrugas que su adversario había hecho en sus prendas mientras se dedicaban una que otra mirada fulminante. ¡Chas, Chas! Chasquee los dedos por lo menos tres veces antes de que ambos me mirasen. — Y bien que necesitas — cuestioné a Christian una vez que finalmente obtuve su atención. — Que vengas conmigo Alexander. — ¿Qué? Ahora. — Si, es algo importante, necesito que me acompañes. — Y que tan importante puede ser tal asunto como para tener que salir de m