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CAPITULO 41
Al llegar a la hacienda, Thomas pidió a los padres de Helena se quedaran a vivir con ellos, que le encantaría su hijo tenga muy cerca a toda su familia. Estos emocionados, al tener la posibilidad de compartir tan de cerca con su nieto, de inmediato aceptaron la propuesta que les hizo. —Thomas, yo preferiría mudarme a la casa de huéspedes, porque si no me dejas hacer algo me voy a sentir mal, prefiero tener mi propia cocina —agregó María Inés— ese es mi hobby, cocinar, inventar nuevas recetas. —Si mami… como quieras, lo importante es que mi hijo te tenga aquí cerca, al igual que a Jorge. Es lo que más deseo —contestó Thomas, sonriendo de oreja a oreja. —Pues, aquí nos tendrás Thomas —declaró Jorge, feliz de poder disfrutar a su nieto. El de inmediato dio la orden para que limpiaran y acondicionaran la casa de huéspedes e igualmente, asignó a uno de los chóferes de la hacienda, para que le conduzca a ellos. Al tercer día, de haber regresado del viaje de luna de miel y con apenas
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CAPITULO 42
Con el apoyo de Thomas y su padrino, Helena trae al mundo a su hermosa y preciosa niña, a quien llamaron: María Luisa, por los nombres de sus respectivas madres. En este, segundo parto, todo fue más fácil, los dos asistieron a los cursos profilácticos. En estos, les enseñaron todos los aspectos básicos del embarazo, parto y posparto, por lo que la niña nació sin ningún contratiempo. Thomas estaba nuevamente orgulloso, de la belleza de hija que Helena le había regalado… —¡Mi amor, que trabajo tan perfecto! Mi hija es ¡preciosa! Idéntica a ti —afirmó Thomas orgulloso, acercándose con la niña a Helena, para que ella la observara y poniéndosela entre sus brazos. —¡Es que fue hecha con mucho amor, recuerda que la hicimos, en nuestra luna de miel! —respondió Helena, con un suave susurro, una amplia sonrisa y una mirada cómplice. —¡Te amo, Helena! —confesó amorosamente Thomas. —¡Y yo a ti, mi amor! —respondió ella. —¿Cómo te sientes, mi vida? —preguntó él embobado con sus dos mujere
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