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Todos los capítulos de La esposa suplente del millonario: Capítulo 141 - Capítulo 143
143 chapters
138 Lágrimas de esperanza.
Amelia levantó el rostro y miró a Ignacio a los ojos, besó sus labios con ternura.—Te amo con toda mi alma. —Él la sujetó fuerte de la cintura e hizo el intento de cargarla.—No quiero que volvamos a separarnos jamás.—Quiero estar contigo el resto de mi vida. —Quiero que seas mi esposa, y que todos lo sepan; ya no más mentiras ni engaños, y no dejaremos que el pasado nos vuelva a hacer daño. Te amo Amelia Duarte. Como en toda reconciliación, los besos apasionados y las caricias no se hicieron esperar, sus corazones estaban palpitantes de amor y la emoción de estar juntos de nuevo; aunque ahora estaban aún más unidos, porque no había mentiras o verdades ocultas de por medio; ahora eran un par de seres que se amaban a pesar de los problemas que habían atravesado, y se habían perdonado sus errores, porque su amor era aún más grande que la duda y la desconfianza que reinó por un tiempo. Descubrieron que no podían ser felices el uno sin el otro.***Ignacio expuso el caso de Amelia y Pe
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139 Comerte a besos
Amelia quiso visitar a Rosalía al hospital ese mismo día. Cuando llegó donde ella estaba, Rosalía tenía yesos en sus brazos y en una pierna. En ese momento se encontraba sola, su madre y dos tías que estaban pendientes de ella bajaron a la cafetería. Rosalía estaba cabizbaja, y se sorprendió un poco al ver a Amelia. Se miraron a los ojos.—No esperaba verte llegar.—¿Cómo estás? —Fatal.—Siento mucho lo de tu embarazo. Rosalía volteó levemente su cara hacia otro lado y no respondió nada al respecto. Estaba triste, a la vez avergonzada. Amelia agregó:—Mi tía me contó que Mario era su padre.—Supongo que debes estar muy enojada por eso.—No.—Es tu esposo al fin y al cabo.—Él no me importa, pero tampoco me gustaría que siguieras con él después de lo que te hizo, casi te mata, y mató a su propio hijo antes que naciera… Mario es una mala persona.—Siempre les dije a ti y a Pedro quién era Mario en realidad, y no me creyeron; claro, delante de ti y de tu papá mostraba una cara, y delan
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140 Final feliz.
Llegaron a un lindo restaurant. Esa noche Amelia se sintió como una reina, Ignacio se encargó de que todo fuera perfecto. Pidió una copa de vino para él, y para Amelia desde antes había ordenado un cóctel de copa sin alcohol. El mozo sirvió ambas copas, primero le acercó a Amelia la suya, ella la recibió y le dio las gracias con una gran sonrisa, después le entregó a Ignacio la otra. Cuando el mozo se retiró, Ignacio le dijo: —Quiero brindar porque ya soy un hombre libre y porque pronto serás mi esposa. —Con una sonrisa ambos brindaron y bebieron el primer sorbo; luego Amelia le agarró la mano y le dijo: —Yo quiero brindar por ti y por nuestra felicidad. Ahora me siento segura, sin miedos, y sin ninguna duda. Te amo y le doy gracias al cielo porque te pude recuperar —Sus ojos se llenaron de lágrimas —. Creí que nunca estaríamos juntos de nuevo, pero estás aquí, conmigo. —Nunca nos volveremos a separar. —Brindemos. Brindaron y bebieron de sus copas; de pronto Amelia sintió que un
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