Anabella se le quedo mirando a su amiga con una sonrisa en el rostro, pero no dijo nada, Jane se encontraba con la cara de completa felicidad, sabía que su amiga se encontraba feliz, y realmente Anabella se lo merecía, era una mujer dulce, inteligente, fuerte y amorosa. ¡guay! —dijo Jane con alegría — mereces un regalo, te comprare algo — hablo Jane, una linda blusa, una pulsera — la joven medico se encontraba feliz — ahora vamos a comer tienes que alimentarte, necesitas estar fuerte — Sueña, sueña mientras yo te arrullaré, Con el hechizo de ésta oración, Que para ti forje, Duerme, duerme tranquila mi dulce bien, Que contemplándote con pasión La noche pasaré Si, por eso tenía mucha hambre por la mañana, al parecer Jean Carlo no se ha dado cuenta, espero que así siga — hablo Anabella — le daré la noticia por la noche — ella comenzó a caminar — En la oficina de Andollini el italiano se estaba quedando dormido, en verdad tenía mucho sueño y comenzaba a sentir antojo de unos cano
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