Iba para donde Isabel. No había mucho que hacer, ella redondita caería a mis pies. Llamé a su puerta y sí, ella estaba ahí.No hubo respuesta, pero la puerta se abrió y en el umbral se dibujó la silueta de una persona; me entró un pavor terrible, desperada encendí la luz y ahí estaba ella, Isabel, totalmente desnuda. Hubo uno de esos silencios que se pueden hasta respirar y ella fue la que dijo:⸻Me estoy muriendo de miedo y estoy súper caliente, déjame acostarme contigo, por favor.Me acerqué a ella muy despacio, temblando por la turbación, ella me tomó del rostro y me besó despacio, muy despacio y muy suave en la boca.⸻Perdóname, no sé lo que estoy haciendo, de estado tan loca últimamente que no sé ni lo que hago.⸻No, no te preocupes Isabel, no pasa nada, le dije con la voz más tierna que pude.Después de eso se sentó en mi cama y me dijo que había soñado conmigo, que hacíamos el amor, que nos acariciábamos y que nos tocábamos todas; yo de verdad no sabía qué hacer, pero algo en m
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