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Todos los capítulos de El hombre de esa noche.: Capítulo 71 - Capítulo 80
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Recuerdo que después de una discusión, la fricción que se sentía entre mi madre, mi padre y yo me hacía querer vomitar. Los tres comíamos en silencio mientras a veces mis hermanos hacían bromas entre ellos absortos de la situación entre mis padres y yo. Desde que salí de la casa de mis padres, ya hace mucho tiempo por cierto, esas situaciones se acabaron y fueron sustituidas por distanciamiento solamente los días domingos. Cuando obligatoriamente paso a la casa de mis padres a comer y pasar el día con ellos. Así que básicamente, si hay un problema entre alguno de mis hermanos o mis padres simplemente no voy a la casa y listo, problema resulto. He aprendido a evadir y evitar situaciones como esas por años, tantos que ahora que estoy en una situación parecida, simplemente no sé como actuar. Estoy perdido.La idea se Sebastian de traer a Maxine a la mesa fue bastante mala. Para mí todo se tornó difícil y todo gracias a que de repente a mamá se le ha ocurrido a atacar a la pobre por su ac
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Me paso la mano por el rostro con ganas de borrarme la idea de una relación entre Maxine y Sebastian. Eso sería una pesadilla, pero no realidad. Eso jamás va a suceder, al menos no mientras yo este vivo. —¿Quieren postre?— Juliette le hace una seña a una chica para que traiga el postre del día. Sinceramente, yo no quiero. Dejo la servilleta en la mesa y le aclaro la garganta antes de decir —Una disculpa a todos, me debo de ir. Tengo una junta en veinte minutos. —Comento poniendome de pie. —¿En serio?— cuestiona Hannah siguiéndome con la mirada. —Sí, en serio, una disculpa para todos— miro a mi padre. —Papá, cuando puedas, ¿podrías verme a solas?— aprovecho para decir.—Claro hijo— responde limpiándose las comisuras de la boca.—Con permiso— me despido y camino hacia las escaleras que llevan a la zona de habitaciones. En el camino, me encuentro con las voces de Sebastian y Maxine, me quedo quieto, no voy a alertarlos de mi presencia porque quiero escucharlos.Los pasos de mi amigo
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Se siente tan extraño sentirme así por alguien que apenas y conozco. Recordar como fueron las cosas con Estella me hace poner las cosas en perspectiva. Con ella fueron más de diez citas oara poder siquiera darnos un beso y no es un reproche, yo era el que ponía el límite. Pero... aún y cuando eso sucedió, nunca me sentí de este modo. Incluso cuando por primera vez toqué su cuerpo se sintió bien, pero no como cuando le doy un beso a esta mujer. Cuando la beso, cuando la acaricio siento que me quemo y me consumo en una fogata, la fogata de ella y yo. Y por una razón que desconozco, no quiero que se apague nunca.Ella se mueve inquieta —Max— pronuncia mi nombre como una súplica, como una urgencia desmedida.Hablo igual que ella y susurro su nombre con la misma intensidad que ella a usado conmigo. —Max— aspiro fuerte, su vestido está alzado y parecería que me está llamando. Me invita a tocarla y sigo el impulso. Sin miedo, meto la mano bajo su vestido y acaricio la longitud de sus muslos.
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Su pecho sube y baja por la adrenalina, está molesta, mis palabra la ha hecho rabiar —Y dime, ¿perdonarte qué? ¿Por decirme que no logro hacerte sentir nada? ¿O por toda esta mierda?– sisea enfadada, cada palabra que escupe, está llena de rabia, resentimiento y dolor. — ¿O quizás debería de perdonarte por usarme como si fuera un objeto?—Sus palabras me caen como agua fría en pleno trote del día —¿O quizás por dejarte profanar mi cuerpo?— eso ha sonado bastante feo, me ha dolido pues no he hecho eso. Yo... la respeto o al menos eso creo.—Ah, ¿o quizás debería de perdonarte por ser tu otra mujer? —Nunca la he visto de esa forma, nunca— Dime Maximiliam, ¿entonces por qué te perdono? ¿Por cuál de todas esas razones debería de tenerte lástima? Tanta como para perdonar tu forma tan cruel de tratarme.— Miro a Maxine, tiene las manos sobre su rostro. Le tiemblan los brazos y de vez en cuando tiene pequeños hipos y espasmos. Las lagrimas le recorren la piel tersa y bonita que tiene, dejando ra
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Su confesión me duele y admito susurrando —No debería de intentar igualar lo que sientes, pero me siento parecido. Con la diferencia de que yo no dependo de Hannah, ella no es mi amiga, la estimo y han pasado muchas cosas entre nosotros, pero no puedo llamarle amor algo como lo que tengo con ella.— Y tampoco creo tenerlo con Maxine, pero aún así estoy seguro de que tengo algo fuerte hacia ella. No hay duda.— Tampoco puedo decir que te amo a ti, pero algo me dice, adentro de mi corazón que... eres especial. Perdóname por hacerte sentir que no lo eres, porque es así, tú eres muy especial, me haces sentir cosas que... desde hace mucho no sentía. —Maxine es lo más cercano a Estella que ahora puedo tener, pero Estella es otra cosa, es... ella no vale la pena. Le acaricio el cabello, es suave y a mi mano le gusta la sensación que genera en ella, cosquillas. En respuesta ella deja escapar un suspiro largo —Perdóname por todo. —Le vuelvo a decir y es lo único que siento, quiero que me perdone.
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Me siento impotente, no puedo hacer más para ayudarla a verse diferente que demostrándole que vale la pena.—Es por mí, estoy segura, pero dejaré que pienses que puedes hacerme cambiar de opinión. No importa ya tu respuesta, yo ya tengo la mía, no puedo seguir con esto. No quiero seguir guardando secretos y sobre todo no quiero ser una mala amiga, más, por cierto.— Ahora parece estar llena de ingenuidad y a la vez llena de indiferencia.— Tampoco quiero seguir dependiendo emocionalmente de lo que pudieras hacer, tampoco quiero seguir deseándote tanto. —Pasa el dorso de su mano por su rostro, para limpiad sus lagrimas. — Por eso y más he decidido que esta mierda verdaderamente se ha acabado, y no porque no sienta que te deseo, sino porque tú no harás nada para darme aunque sea un lugar en tu corazón.— Por primera vez, escucho a Maxine hablando tan abiertamente. —Me duele, me hace escocer la carne, pero no permitiré que sigas usandome de esta forma tan cruel, no seré aquella con la que d
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Estoy notoriamente cansado y de hecho ahorita que he tenido que regresar a la habitación gracias a que debo de cambiarme, las sábanas de la cama me llaman. Quiero volver a dormir y no saber nada de nadie hasta mañana o hasta nunca. Quiero dormir y no despertar hasta que toda esta mierda esté bien. Ojalá pudiera cerrar los ojos y cuando los abra ser otra persona o al menos seguir siendo yo porque mi vida no es tan mala, pero siendo un mejor hombre. Además, quisiera que todo se borre, en especial en mi mente y en la de ella. Cierro los ojos, me prometí que ya no pensaría más en ella, y no porque ya no sienta esa atracción, sino porque hacerlo me orilla a cometer miles de locuras.—¿Estás listo, hermano?— Sebastian llega a lado mío y coloca su mano en mi hombro. Ambos nos miramos en el reflejo del espejo. Sebastian y yo somos muy distintos mental y físicamente hablando. Él es un poco menos alto que yo y por lo mismo pesa menos que yo, es flaco, pero no tanto o al menos así lo veo cuando
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El viento chocando contra mi rostro, el trotar de las patas del caballo y la adrenalina que se siente al saber que puedes caerte... eran sensaciones que desde hace un tiempo ya no había sentido. Estar haciéndolo de nuevo, no solo era satisfactorio, sino que también me recordó lo mucho que amo hacer esto. Es preciosa la forma en la que logras conectar con el caballo. Así que dejo de tomar esto como una competencia, sino como un recordatorio de que esto fue mi pasión por mucho tiempo. Esto me gusta y debería de dejar de trabajar tanto y volver a hacer esto. Maxine pasa a mi lado, ya no quiero competir, quiero sentir esto... quiero volverme a sentir libre haciendo lo que me gusta. Lo único que veo de Maxine es su espalda, me ha dejado atrás y lo acepto. De hecho no me importa darle la victoria porque estoy disfrutando esto. Sería bastante aburrido pederme estas sensaciones por ganar en una competición en donde ni siquiera hay un premio. Solo me encamine en esto por ser un maldito hombre
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A diferencia de los demás, yo todavía me tomo mi tiempo para regresar a la casa. Acaricio al caballo, le agradezco por haberme dejado ir sobre su lomo y darme la confianza. En ningún momento me intentó tirar y nunca se puso violento, es un buen caballo. Suspiro mirándolo a su grande ojo, tienen los ojos bellísimos y sus pestañas son grandes. Revolotean de vez en cuando y yo admiro la grandeza de estos animales tan... hermosos. En sus principios eran animales totalmente libres, pero en algún momento de sus vida, a alguno de ellos se les ocurrió someterse a un humano y después de eso jamás lo soltaron. Ahora, los caballos son para nuestro uso, para nuestra mascota, pero nunca para ser libres. ¿Y si me pasa igual? ¿Y si ya nunca puedo ser libre a medida de lo posible?— Mírame Dona, estoy aquí pensando en que diablos hacer. Estoy en una encrucijada terrible... dos mujeres guapísimas. Por una de ellas siento admiración y un poco de respeto y por la otra... carajo, siento que por ella res
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Desde que estamos aquí, en Tehachapi, mis papilas gustativas se han visto muy halagadas por la rica comida que Irina cocina. Creo que así se llamaba la chef, debería de pedir que cocine para mí en casa, pero sé que probablemente ni siquiera cocine, porque todo el tiempo estoy fuera de casa. Suspiro hondo, con la cuchara, hago formas entre lo espeso de la crema de brócoli que me han servido. Está deliciosa y lo sé porque Mason, el más comelon de la familia no para de decir que todo está delicioso. Además de que lleva ya dos platos seguidos de crema, a este paso, Mason subirá 10 kilos para antes de la boda. Como sea, me llevo un poco del espeso líquido verde claro a la boca y degusto... sabe bien, pero extrañamente la comida simplemente no me pasa. Y sé la razón por la cual me siento tan desganado, Maxine y Sebastian no están en la mesa. Después de la charla en la sala de estar, Irina interrumpió avisandonos que la comida esta lista y que ya podíamos pasar a la mesa. Todos, hambrientos
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