HANNAH—¿Todo está bien, entonces?— pregunto angelicalmente, no me gusta pelear con Leo. —No me grites así, amor, porque me duele mucho que lo hagas. —Vengo de un núcleo familiar en el que casi nunca se grita, gritar para mí es sinónimo de maltrato.—Perdóname, bonita, estaba bastante enojado por lo que empecé a maquinar en mi cabeza. —De su parte, recibo varios veces de él en la coronilla de la cabeza, sus besos castos me relajan y me hacen sentir la mujer más querida del mundo, soy feliz cuando estoy así. Abrazada a Leo me siento completa, ahora que estamos juntos, no me podría imaginar un vida sin Leo.Leo rompe el abrazo, pero no para alejarse de mí, al contrario, me toma de la cintura y me carga para después llevarme hacia el sillón de la sala de estar. Mi lugar favorito desde hace un tiempo, pues la mayoría de las veces en la que estamos en su casa, la pasamos sentados mirando televisión. Se sienta con cuidado de no tirarme y me acomoda para que quede a la perfección. Me acuna e
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