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Todos los capítulos de El hombre de esa noche.: Capítulo 111 - Capítulo 120
181 chapters
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La cena transcurre de una manera extraña, pues todos estamos tensos, peromi madre y mi padre no notan nada. Ellos están absortos a lo que todos sabemos y sentimos. Maximiliam mantiene la mirada en su plato, Natalia no está intentando dar ordenes, Sebastian está distraído y los chicos están simplemente comiendo sin hacer bromas o algo parecido. Todos estamos sumidos en algo llamado, tenemos vergüenza de lo que está pasando, pero no vamos a decir nada porque es un maldito secreto.—Natalia— empieza a decir mi mamá. —¿Ya le enviaste las invitaciones a tus familiares y amigos?— toda la atención se va hacia mi madre, pues a todos nos sorprende que hable. —Ya...— algo me dice que no es verdad, yo tampoco quiero 3enviarlas, no quiero la boda.— He tenido un poco de problemas, pero...— suspira— las empezaré a enviar en unos días. —Hay que darnos prisa, la boda ya se aproxima y no sería bueno que nos estresemos por que las cosas no estan listas.— La única feliz por la boda, al parecer, es mi
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MaxineMantengo mis manos en la orilla de la tina, llevo veinte minutos dentro de agua y no quiero salir. Quiero quedarme aquí y ahogarme, creo que es mejor ahogarme y morir que seguir viviendo esta mierda que resulta demasiado difícil para mí. Me siento vacía, me siento sola y lo peor es que no sé como dejar de sentirme como la mujer más sola y abandonada del mundo. Ayer soñé con Hannah y por supuesto que también con Max, ellos dos ahora son uno solo. Si hablamos con Hannah, hablamos con Max, son una unión. Soñé con algo que rasgue con mis dedos, pero al final no toqué, con el hecho de tener un bebé. El sueño se desenvolvía de una forma natural, me sentía extraña. Me sentía como una desconocida que conocía muy bien a las personas que tenía en frente. Mi abuela, una hermana que no tengo y mi abuelo (que no conozco) eran mis acompañantes. Los cuatro paseabamos por un lugar al que nunca fui con Max, ni con nadie, ni siquiera estoy segura si ese sitio existe en realidad. Manteníamos una
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HannahMatengo mi vista en el techo del baño, estoy en la bañera descansando de un día terrible. Hoy no fue el peor día de mi vida y lo sé porque he perdido a Leo, sé que tal vez no completamente, pero se siente como si de verdad nunca más me fuera a dirigir la palabra. Hay cosas que no puedo controlar y esas cosas son las acciones de las personas, de hecho, tampoco puero controlar las mías, a veces y el calor ejemplo es lo que dije hace unas horas. Me arrepiento tanto de haberlo dicho, me arrepiento de haber cruzado esa raya y haber sido tan idiota, pero es que fue algo que ni siquiera pensé, no lo pensé y lo solté, lo dije. Sinceramente, me siento como una mierda por haber dicho tales cosas, no me alegro para nada lo que le paso a Maxine. Debe de estar destrozada por haber perdido a ese bebé que al final no tenía la culpa de los errores de sus padres, no debería de ser tan injusta con él. Él solo fue el producto de una mentira, pero ese bebé no buscaba ser concebido de esa forma, ta
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HANNAH Semanas antes de que viajara a Los Ángeles para conocer a Max...Siento una ligera caricia en lo bajo de mi espalda, es el dedo del hombre que amo tocandome suavemente después de haberme tomado hace unos minutos. Después del sexo, las caricias y lis besos que Leo me da son lo que más me gusta, me hace sentir como la mujer más querida y afortunada del mundo. Estoy feliz de saber que por fin he encontrado el amor en alguie como Leo, es atento, caballeroso y muy, pero muy guapo. Tiene la barbilla definida, es considerablemente alto y es delgado, pero no escuálido. Es inteligente, estudio matemáticas y ahora mismo es maestro en una secundaria de Tehachapi. A pesar de sus notorios atributos, nunca pensé enamorarme de él, pues Leo ha sido mi mejor amigo desde hace muchísimos años... desde que ambos y junto con Maxine íbamos al colegio. Éramos un trío, pero cuando Maxine se marchó hace unos años a estudiar a Los Ángeles, Leo y yo nos hicimos mucho más unidos. La amistad de Leo y m
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HANNAH Unas semanas antes de viajar a Los Ángeles a conocer a Max. Mantengo la mirada en el suelo, mantengo las ganas de romper a llorar y matengo las ganas de salir corriendo de la habitación. —Hija— la voz quebrada de mi mamá me trae de nuevo a la vida, me hace revivir y ponerle atención. —Hay algunas que necesariamente van a cambiar, principalmente por la falta d e dinero que estamos atravesando, cariño. Llevo toda la vida viviendo a costas de mis padres porque soy hija única, porque estudié gestión de empresas y jamás he ejercido ni siquiera en la empresa familiar. Es verdad que siempre he estado bajo el ala de mi padre, el me da todo lo que necesito sin que yo tenga que ir a trabajar. Papá es el que más me consiente desde que tengo memoria, pero hoy mamá dice que ciertas cosas deben de cambiar y una de ellas es mi manera de vivir. Mis lujos se han acabado, mis viajes al extranjero se han terminado y algunos de mis planes definitivamente se han cancelado y todo porque la empre
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HANNAH Leo se mueve d e un lado al otro, mueve sartenes, ollas y platos. Hace muchas cosas a la vez para cocinar, para cocinarme en realidad. Es matemático, pero también un experto en la cocina y también en hacerme gritar en la cama. Leo tiene muchas, pero muchas cualidades y de vez en cuando me gusta hacerle notar lo bueno que es. Además de eso, es una figura paterna para algunos de sus alumnos, por eso también me gusta, por la posibilidad de ser un buen hombre y el futuro padre de mis hijos. Me gusta saber que a mis hijos les daré un hombre responsable, cariñoso e inteligente... Leo sobrepasa mis estándares, por eso no lo voy a dejar. Yo debo de ser la esposa de este sujeto que ahora mismo pica en trozos un champiñón. Su espalda es ancha, pero lo que más me gusta de él son sus hombros. Son redondos por el ejercicio y tiene los bíceps muy bonitos y ni se diga sus tríceps. Es un adonis, el más guapo de los hombres, al menos de los que he salido. Leo se lleva el premio al mejor, al
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La comida se arruinó y no porque sepa mal o porque se le haya quemado al chef, sino que me refiero a que Leo y yo estamos en la mesa comiendo como desconocidos después de una charla incómoda. Sé que debí de decir las cosas con más tacto, pero es mejor ir directo al grano, es mejor no andarse con rodeos, eso no funciona. Con el tenedor, muevo de un lado a otro un trozo de carne, pero al hacerlo suena haciendo un chirrido molesto. No paro de hacerlo, solo sigo distrayendome con el acto, pero el suspiro de molestia de Leo es el que me hace detenerme. —Lo siento— suspiro avergonzada. —¿Que sientes Hannah? ¿Tu inmadurez o el hecho de que no quieres que hable con tus padres sobre lo nuestro?— Dejo caer el tenedor en el plato, el sonido de este llena el silencio se la habitación.—No te equivoques Leo, yo no estoy negandome a que lo hagas, solo te estoy pidiendo un poco de tiempo.—¿Pero por qué? No cambia nada el hecho de que lo sepan, sus problemas son de dinero no por el futuro novio se
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HANNAH—¿Todo está bien, entonces?— pregunto angelicalmente, no me gusta pelear con Leo. —No me grites así, amor, porque me duele mucho que lo hagas. —Vengo de un núcleo familiar en el que casi nunca se grita, gritar para mí es sinónimo de maltrato.—Perdóname, bonita, estaba bastante enojado por lo que empecé a maquinar en mi cabeza. —De su parte, recibo varios veces de él en la coronilla de la cabeza, sus besos castos me relajan y me hacen sentir la mujer más querida del mundo, soy feliz cuando estoy así. Abrazada a Leo me siento completa, ahora que estamos juntos, no me podría imaginar un vida sin Leo.Leo rompe el abrazo, pero no para alejarse de mí, al contrario, me toma de la cintura y me carga para después llevarme hacia el sillón de la sala de estar. Mi lugar favorito desde hace un tiempo, pues la mayoría de las veces en la que estamos en su casa, la pasamos sentados mirando televisión. Se sienta con cuidado de no tirarme y me acomoda para que quede a la perfección. Me acuna e
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Llego a casa a las ocho de la noche, pues he estado todo el día con Leo. Mis días son buenos cuando estoy con él y creo que es notorio, porque casi siempre estoy d e buen humor. Entro a la casa sin miedo a que me escuchen llegar, pues comúnmente mis padres me preguntan sobre las actividades que he hecho, pero ya no importa si me preguntan, les diré que estuve con el amor de mi vida y que debemos de hablar con ellos. Queremos hacer nuestra relación más seria, quiero que todos lo sepan, que digan que seremos la mejor pareja de toda la ciudad. El maestro de Matemáticas de la secundaria y Hannah Parker, la que ayuda en la casa hogar todos los días. Me gusta ver a los niños, me gusta ayudarlos, darles de comer y cocinar para ellos cuando se le permite. Siempre es lindo estar con los niños, son agradecidos, me quieren mucho y tengo las cosas claras, no quiero embarazarme. No quiero porque suena como algo muy doloroso y como algo que me gustaría saltarme, no quiero engordar, no quiero llora
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Por inercia y porque básicamente no sé que otra cosa hacer, sonrío como boba. Miro a mi mamá con la esperanza de que se levante de esa silla y con voz catarina me diga "esto es una pequeña broma, hija", pero no se mueve. En sus ojos solo hay sinceridad y ni una sola pizca de diversión, por lo cual me hace pensar que no puede ser una broma para romper el hielo. O una broma para poner las cosas más amenas, pero no, no lo es porque mamá está ahí, mirándome seriamente. Ella realmente está esperando una repuesta que no quiero dar porque no quiero creer que lo que me acaba de decir es verdad. Simplemente no puede ser verdad, carajo, no puede.—¿Hannah?— pregunta mamá con curiosidad, pero nunca divertida. —¿Qué dices?— parpadeo incrédula, creo que voy a desmayarme o en su defecto, creo que voy a vomitar en cualquier momento la cena que Leo me cocinó.—Yo..— intento hablar, pero solo parace que si abro la boca no voy a parar de balbucear. —Yo... no. .—Sé que suena mal, lo sé y créeme mi niña
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