A Johana la esperaba Verónica Santiani en el hotel Larsson Caracas. —Señora Verónica, aquí estoy, pero no sé si pueda serle de ayuda —dijo Johana que se sentía como pez fuera del agua. —No te preocupes querida, solo necesito que me mantengas en la senda positiva, las beneficencias son mis eventos favoritos, pero si queremos que los ricos aflojen sus chequeras con un corazón noble, necesito que sientan a este orfanato como algo personal, por eso necesito alguien que se lo tome muy personal. —Ah bueno, ese fue mi hogar y quiero que recojamos muchas donaciones. —Perfecto, ahora sigueme, nos esperan los chefs del evento y aquí entre nos, detecto una fuerte energía sexual entre ellos. Se acercaban al salón de fiesta y una discusión ya se escuchaba entre un hombre y una mujer. —¿Sabes que?, me harte de tus criticas cuando no las merezco… —Y yo lo lamento por la señora Elena, pero conmigo no vuelves a trabajar. —Ah sí…, mira como lloro y pongo agría tu salsa especial que no es
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