—Ay, usted parece un fantasma, me sale en todas partes —dijo Sonia con la mano en el pecho, molesta por ser conseguida en semejante guisa, llorando, tirada en el piso, se recriminaba en su fuero interno.
—No señora, yo estoy muy vivo, es usted la que anda buscando fantasma y no deja a los muertos descansar en paz —Luis se sentó a su lado, Sonia le iba a reclamar por sentarse pegado a ella, eso no era correcto, pero se mordió la lengua.
«Que voy a saber yo lo que es correcto»
Pensó Sonia y solo acomodó su postura con la espalda muy recta, Luis estiró los brazos hacia atrás y la veía de reojo.
—¿Por qué está aquí llorando como niña chiquita?
Susana y Alejandro dejaron que la niña pidiera deseos para ellos en silencio, Mariana solo los miró sonriendo y luego fue con María y Mercedes que estaban con Merci, dejando a Susana y a Alejandro bajo la cascada. Al instante David que era un travieso de 8 años con ojos grises y cabello oscuro como su papá, empezó a molestar a Mariana que solo hablaba de los poderes mágicos de amor de la cascada. —Eso no es cierto, la magia no existe, esto es solo una cascada. —Claro que no, niño tonto —le dijo Mariana y hablaba con propiedad como una mini Sonia y todos se echaron a reír de ver a la pequeña con las manos en la cintura—, es mágica, pide un deseo y verás.
Solo un día faltaba para la boda eclesiástica de Johana y Robert Mendoza, el padre Tomás había accedido a celebrar la ceremonia en la capilla de La Madonna, que era bastante amplia, era una ceremonia pequeña, en comparación a la envergadura de las bodas de alta sociedad donde se invita a todo aquél conocido, aquí solamente había familia y Johana lo prefería así, a tener a muchos hipócritas, a Johana la habían obligado a dormir en La Madonna los últimos días y Mercedes De Larsson batió su propio récord al organizar esta boda en apenas dos semanas, Pablo y Dante necesitaban regresar a Milán, allá su equipo dirigido por Daniel se había mantenido, pero él llegaba hoy, ya que Donna había viajado antes con su hijo.
María y Mercedes conversaban en una mesa, las mujeres eran inseparables como amigas adolescentes, el esposo de Mercedes, Alexander estaba ya acostumbrado y las dejaba, hoy que estaba su hermano Bernhard en la fiesta conversaba con él, en la misma mesa, pero concentrados es sus temas, Veronica Santiani se acercó a las mujeres con un vestido verde manzana muy contenta con como iba todo.—Señoras, déjenme decirles que organizar bodas no es precisamente mis eventos favoritos, pero esta quedó exquisita.—Exquisita Veronica, si así luces verde como serás madura —le dijo Bernhard en cuanto la vio.—Querido, pero qué
Robert sorprendió a Johana diciendole que no se quedarían en la hacienda, a Mariana la habían acomodado en su habitación de La Madonna, Socorro y los Martino al pendiente, habían acordado no viajar, porque pronto empezarían clases y había que matricular a Mariana, Robert no lo decía y se dedicaba a su familia, pero ya sus negocios lo reclamaban, así que viajarían en las vacaciones escolares.—Robert, no podemos irnos, no dijimos nada a Mariana.—No te preocupes que regresaremos mañana en la tarde, ponte ropa cómoda, iremos a caballo.—Pero es de noche —dijo Johana dudosa. Al amanecer, los rayos de sol se filtraron por las ventanas, calentando la piel de los amantes, Robert miró su teléfono celular, eran casi las 9.am, besó el hombro desnudo de Johana y ella lo abrazó con brazos y piernas sin siquiera abrir los ojos, se sentían muy a gusto y así lo demostraron. Más tarde Johana preparó comida para ambos que Robert se encargó de traer y salieron a ver los alrededores, cuando Johana se acercó a la orilla pegó un grito al ver la altura.—Johana, pensé en todo y olvidé que le temes a las alturas.—No creo que pueda bajar por el sendero a caballo.—Ambos bajaremos juntos, Relámpago nos sigCapítulo 71 Terror a las alturas.
Johana despertó en una habitación del hospital, junto a ella estaba Donna.—Johana, gracias a Dios despertaste.Johana sintió como todo su cuerpo dolía cuando se movió, los recuerdos regresaron con fuerza y el miedo aceleró su corazón.—Robert, ¿cómo está?, ¿donde lo tienen?Donna estaba afligida y una lágrima surcó su rostro.—Donna ¿qué pasó con Robert? —preguntó Johana asustada, su cerebro sabía lo que Donna no le quería decir,
Johana se sentó en la silla de Robert, su estudio olía a él, a su colonia, Johana lloró sintiendo como ese nudo en el pecho le oprimía cada vez más, ella miró a su alrededor sin tener idea de que iba hacer de ahora en adelante, José dio dos golpes en la puerta y Johana limpió sus ojos y con voz quebrada le dio permiso de entrar.—Dígame patrona.—No Cheito, por favor dime Johana.José asintió y se sentó frente a ella.—¿En que te ayudo Johana?—En un montón de cosas, pero necesito saber qué pasó, ¿qué fue lo que ocurrió
Elena se quedó con los niños en La Madonna y Johana estuvo presente en los rezos junto a su suegra, todos la apoyaban y ella debía recordar verse triste, de verdad no era difícil si se concentraba en la pobre María desconsolada, eso le partía el alma, a mitad del triste evento llegaron Néstor Montenegro y su hija Natalie, la rubia entró a la casa con una blusa con cuello en V tan profundo que solo cubría los pezones, eso era por decir lo menos inapropiado, la sonrisita de suficiencia más que descarada, las ganas de Johana por sacar a esa arpía de allí a duras penas podía controlarla, María tomó su mano y le dio un apretón, expresando compartir su molestia.Los Montenegro se acercaron a ellas para dar el pésame y Johana se sent