Llamaron a la puerta y fui a abrir. Sabía quién era, estaba esperando a Asena, pero no tenía ni la menor idea de lo que aquello iba a suponer.—Hola.— me abrazó efusivamente nada más entrar. Iba vestida totalmente de negro, supongo que ella también llevaba el luto; pero discretamente, nada de ropa escandalosamente gótica, la clase de vestimenta que sinceramente te apetece llevar cuando estás triste.—Hola.— contesté dando lugar a un silencio de apenas dos segundos, que se me hizo eterno— Oye, no te lo tomes a mal, pero ¿me puedes explicar quién eres?—Oh, claro, claro.— sacó una foto de su cartera.— Verás, conocí a tu abuela cuando tenía nueve años, tú aún no habías venido a vivir con ella.Miré bien la foto. En ella aparecían mi abuela y una niña más o menos de la edad que ella decía tener entonces, ambas recogiendo flores. Aquello era algo que mi abuela solía hacer, conocía todas las plantas de la zona y siempre s
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