Entré en mi cuarto de baño, porque seré todo lo lobismuller que quiera pero hago pis igual que todos los humanos.Al pararme junto al fregadero, miré al frente y me vi en el espejo. Los ojos se me fueron directos a las cicatrices en mi cuello, eran más que las de mis ancestras. Saqué la crema que había comprado para los tatuajes de los chicos y la usé en mis heridas, al parecer, curarme rápido no era uno de los superpoderes que había ganado.No es que fuesen preciosas, pero estaba orgullosa de mis cicatrices, fue hasta bonito recibirlas. Por eso no quería que María recibiese las suyas de mala manera. Era un gran compromiso, uno enorme, y yo me había atrevido a aceptarlo con ni más ni menos que tres personas.—¿Reika?— cuando Ayax apareció me di cuenta de que no había cerrado la puerta, me estaba acostumbrando a vivir sola.—No te preocupes, no tardarán en curarse.Debió notar qué estaba observando y se acercó con una
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