Cerré la puerta del baño para asegurarme de que nadie entrase, aunque ya habían empezado las clases. Había intercambiado números de teléfono con Ayax, por si algo le pasaba a la yaya, así que le llamé a él.—¿Sí?— contestó con tono preocupado.—¿Qué le habéis hecho a esa chica?—estaba tan confusa que esa sensación en la garganta casi me impedía hablar.—No es lo que crees, Reika...—me dejé caer en una esquina.—¿Reika? ¿Estás bien? Por favor, contesta.—¿Dónde está?— sentía la necesidad de ayudarla.—Max se quedará con tu abuela, llegaré al instituto en veinte minutos.— colgué.Salí de allí con la excusa de un dolor de cabeza, ni siquiera tuve que esforzarme en pensar algo más complejo. Me senté en el bordillo de la acera, me sentía resacosa estos últimos días, decidí echar una ojeada a las redes sociales a falta de algo mejor que hacer.Por resumir minutos y m
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