—Buenos días agentes, os traigo algo para que toméis mientras hacéis guardia.— me esforcé en lucir la mejor de mis sonrisas al ofrecer la bandeja a los dos que custodiaban la puerta.—Moitas grazas, fermosa.— contestó el más alto con un acento gallego muy puro, y a continuación su compañero y él se sirvieron.—Pensei que erades tres.— no es que lo creyese, es que sabía que había otro policía dentro de la iglesia.—Sí, Xoel está dentro.— respondió el pequeño, ya que el otro tenía la boca llena de empanada dulce.—Ah bueno, se lo llevo.— ya tenía un pie dentro, dado que no había puerta la frontera era más bien imaginaria.—Pero no toques nada, nena.—puse los ojos en blanco, si supiese porqué estaba llevando café para los agentes
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