Mientras tanto en las Villas Doradas, el medialuna les trajo sushi, pollo a la naranja y arroz blanco. Mónica que es una excelente profesional se dedicó por completo a la vigilancia después de hablar con su madre. -Señorita Valverde- La llama Marcus. -Por favor, llamame, Mónica, siento que no soy yo, cuando me hablas con ese título- Se queja al sentir como Marcus pone una pared entre ellos. La chica había sentido cierto acercamiento agradable. -Okey, Bonita, es hora de que descanses ¿Qué van a decir de mí, si ven en tus hermosos ojos grandes bolsas? – Le dice de forma cariñosa. - ¡Ja, ja! Vamos Marcus mis ojos no tienen nada de hermosos- La risa de Mónica se borra al ver, la mirada fuerte de Marcus sobre ella. No puede evitar tragar grueso. -En todo caso, necesitas descansar- Le dice señalando la habitación. - ¿Y usted que va a hacer? - Le pregunta Mónica por curiosidad. -Cuidar a mis hombres desde aquí, como los hemos estado haciendo- Le dice Marcus -Entonces me quedó contigo,
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