En una lujosa mansión al norte de la ciudad Alegra de Altamirano no quería ni siquiera cargar en brazos a su pequeña hija Valentina, Aníbal Altamirano no les ponía la más mínima atención ni a la bebé ni a su madre, esa pobre bebé que aunque nació en cuna de oro, no tenía el amor de padres que todo niño pequeño necesita Aníbal Altamirano se la pasaba en los clubes, divirtiéndose con mujeres, cuándo Alegra se molestaba con él, ya no era como antes que trataba de arreglar las cosas, ahora todo le daba igual, era tan frío con Alegra, si la mujer hubiese sabido cómo era Aníbal de canalla y mujeriego, no se habría casado con él Ahora la pequeña a la que ninguno de los padres queria, les estorbaba, la interesada Alegra solo quería dinero, no había otra cosa que le importara a esa mujer, ni siquiera su propia hija, la hermosa bebé Valentina tenía unos bellos ojos miel heredados de alguien de la familia por qué ninguno de los dos padres tenía los ojos de color La pequeña Valentina pasaba
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