Capítulo 48. Un dios griego
Diego observó a Grecia dormir, se veía sencillamente hermosa, sus labios hinchados prueba de haber hecho el amor durante todo el amanecer, sus hermosas pestañas amenazaban con abrirse, pero el cansancio de ella la superaba.—Mí bella durmiente —susurró acariciando el rostro de su mujer con la yema de sus dedos, acarició sus labios entreabiertos que lo invitaban a besarlos nuevamente. —Te amo, sé que aún no me perdonas del todo, pero te prometo que haré todo lo que esté en mis manos para demostrar todo lo que te amo, a ti y a mis hijos, no quiero perderlos. Los amo demasiado —añadió sucumbiendo a la tentación de besarla.Grecia gimió al sentir los labios de su marido sobre sus labios, se había dejado seducir por él antes de hablar sobre Silvia, pero ya era tarde para lamentarlo, se sentía feliz de poder estar entre sus brazos y d
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