—Tiene usted razón, es lo que deseo hacer y lo haré —respondió Berenice, y fingiendo tristeza, bajó la cabeza mientras se pasaba una mano para secar una lágrima—, pero es que me urge hablar con ella, usted debe saber que su madre está en una clínica, ¿verdad? ¿Usted la ha visto? —Sí, lo sé, la vi una vez —respondió Teresa con simpleza, no quería darle información de más a aquella mujer. Los hombros de Berenice cayeron mientras negaba con la cabeza, como si lo que dijo, o algo que estaba pensando, le hubiese afectado negativamente. —No sé si sabe, pero mi familia paga la estancia de la madre de Danielle en la clínica —dijo Berenice después de permanecer unos segundos en una posición de derrota, y luego levantó la vista para mirar a Teresa a los ojos—, hace dos días nos llamaron de la clínica para darnos información, la señora no está bien, está presentando problemas de salud, y Danielle no la ha ido a ver, nos llamaron hoy temprano en la mañana para insistir porque necesitan de su p
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