Cuatro días después Maximilian se desabrochó el botón de la americana y se sentó en la silla detrás del buró, recostando la espalda en el espaldar de esta; el cansancio y el estrés lo embargaba, llevaba cuatro días sin poder dormir bien, el sueño lo eludía al no poder ir detrás de su mujer porque el trabajo lo retenía, llamaba a Danielle por teléfono, pero ella no le respondía, lo llevaba directo al buzón de voz, además, saber que tenían pruebas irrefutables en contra de la familia Hardwick, le tenía el estómago revuelto y con náuseas por los nervios de no poder hacer nada todavía. El teléfono dio varios timbres y Maximilian lo tomó sin deseos de hacerlo, solo quería descansar, aunque fuera cinco minutos en el sofá que tenía en su oficina. —Dígame, Lynette —preguntó Maximilian con cansancio a su secretaria. —El administrador de su edificio quiere hablar con usted, dice que es de urgencia, ¿le paso la llamada? —respondió la secretaria. Maximilian frunció el ceño, el administrador d
—Tiene usted razón, es lo que deseo hacer y lo haré —respondió Berenice, y fingiendo tristeza, bajó la cabeza mientras se pasaba una mano para secar una lágrima—, pero es que me urge hablar con ella, usted debe saber que su madre está en una clínica, ¿verdad? ¿Usted la ha visto? —Sí, lo sé, la vi una vez —respondió Teresa con simpleza, no quería darle información de más a aquella mujer. Los hombros de Berenice cayeron mientras negaba con la cabeza, como si lo que dijo, o algo que estaba pensando, le hubiese afectado negativamente. —No sé si sabe, pero mi familia paga la estancia de la madre de Danielle en la clínica —dijo Berenice después de permanecer unos segundos en una posición de derrota, y luego levantó la vista para mirar a Teresa a los ojos—, hace dos días nos llamaron de la clínica para darnos información, la señora no está bien, está presentando problemas de salud, y Danielle no la ha ido a ver, nos llamaron hoy temprano en la mañana para insistir porque necesitan de su p
Berenice observaba la clínica donde está recluida la madre de Danielle, sentada en su auto, tamborileando los dedos en el volante. Cuando Maximilian la sacó de la casa de su madre, ella se exaltó, tanto que la adrenalina comenzó a recorrer su torrente sanguíneo, no se sentía capaz de llegar a su casa, allí todo era aburrido. Mientras seguía mirando hacia la clínica, Berenice se planteó regresar a Italia, allí al menos tenía a su carcelero, que aunque él creía que mandaba en su vida, era ella la que jugaba con él.—Pero no puedo aún, esa mujer no puede quedar impune después de haber querido ser yo —dijo Berenice entre dientes dándole un golpe al volante con una mano cerrada.De la clínica comenzaron a salir personal médico y personal administrativo, sin darse cuenta de que eran observados. Berenice estaba en ese lugar desde el mediodía, y ya pasaba de las cinco de la tarde. Cuando pasó un rato y nadie más salía, Berenice bajó del auto y entró a la clínica, dentro solo estaba la recepci
Maximilian estaba paralizado en el mismo lugar desde que llegó, sin poder apartar la vista del hombre que no pensó ver otra vez, ni siquiera pestañeo cuando Marlon caminó hasta el hermano, le dio un puñetazo en el rostro y tiró a Mason al piso. —¡Eres un hijo de puta!, ¿sabes cuánto hiciste llorar a nuestra madre? —vociferó Marlon enojado. El hombre se puso de pie con una mano en el rostro, no entendía por qué estaba tan enojado, ¿Qué hizo él para ser golpeado?, ¿madre? Él no tenía otra familia que no fuera su esposa; sin embargo, el parecido que tenía con él aquel hombre era considerable. —No sé de qué hablas, yo solo vine para buscar a mi mujer —dijo Mason pasándose la lengua por el revestimiento interno de la mejilla. Marlon volvió a caminar unos pasos, quería seguir golpeándolo, habían sufrido mucho pensando que había muerto, pero no pudo llegar hasta él, el otro hombre que no conocía se interpuso entre los dos. —Espera, él no sabe nada, perdió la memoria y fue engañado, yo pu
Danielle estaba acostada en la cama acariciando su vientre, pasaba de las ocho de la noche temprano aún para dormir, pero quería estar sola, hablar con Maximilian la había dejado un poco melancólica, solo podía pensar en él, en el bebé que venía en camino, y considerando hacia dónde ir que él no pudiera llegar a ella. No podía creer que en tan poco tiempo hubieran sucedido tantas cosas, extrañaba a sus padres, la muerte y el Alzheimer los había separado. En menos de un año se había enamorado de su falso esposo y embarazado; todo había salido contrario a lo planeado. El sonido del teléfono la sacó de sus pensamientos sorprendiéndola, después de mantener por una hora apagado el dispositivo, pensó que Maximilian no la llamaría más, al menos por ese día. Danielle apretó las manos, no quería caer en la tentación de responder, sin embargo, no pudo dejar de tomar el teléfono en sus manos para contemplar la foto que tenía en el contacto, su corazón dio un vuelco cuando vio que quien la llamab
Danielle corrió hacia Maximilian cuando Berenice cayó en el piso apretando su abdomen con las dos manos. Él la recibió con los brazos abiertos y le dio un abrazo mientras con un pie apartaba el arma.—¿Qué haremos con ella? —preguntó Danielle apretando el rostro contra el pecho de Max.—Llamar a la policía y que ellos se hagan cargo —respondió Maximilian observando a Berenice que se retorcía de dolor.No obstante, no tuvieron que llamar, las sirenas de los carros policiales se escuchaban a la distancia; Maximilian miró alrededor, y vio algunos vecinos asomados por las ventanas.—Esa mujer loca quería matarme —dijo Danielle en voz baja.—Va a pagar por ello, no te preocupes —prometió Maximilian.Dos carros policiales se detuvieron frente a la casa, y bajaron los agentes con sus armas reglamentarias en las manos.—Él intentó matarme por pedido de su amante —gritó Berenice cuando los policías se acercaron.Maximilian fue apuntado con las armas, hasta que se escuchó que una mujer desde al
Micaela vio llegar a los agentes policiales y supo que Berenice había hecho de las suyas sin poder librarse; desde su posición en el jardín podía ver el fin de la vida de lujos que llevaban gracias a la astucia de Timothy, no obstante, gracias a sus previsiones, habían guardado en una cuenta conjunta el suficiente dinero para irse a otra ciudad junto a su hija. Se apartó un poco más de las personas y escuchó atenta donde tenían a Berenice, aunque no dijeron cuál, ya sabía donde buscar. Lo sentía por Timothy, pero él sería la distracción que necesitaba para escapar de allí. Caminó hasta una salida oculta que habían construido para casos de emergencia, la abrió y antes de irse, lo último que vio de su amada casa, fue como se llevaban a su esposo con las manos esposadas detrás de la espalda mientras protestaba y los invitados se quedaron sorprendidos, hablando entre ellos.—Dejen de hablar de mi familia, muertos de hambre —susurró Micaela antes de perderse en la noche.A Micaela no le ll
Kaelyn se puso de pie tratando de no molestar a la pareja, saliendo casi de puntillas para que no repararan en ella, sin embargo, fracasó, cayó nuevamente sentada casi encima de Danielle, fue algo incómodo para ella y más cuando comenzaron a reír; la pelirroja se sonrojó y pidió disculpas antes de irse rápido a otra habitación. —Ahora que estamos solos respóndeme, ¿volverás conmigo?, haré lo que me digas —pidió Maximilian todavía en la misma posición. Danielle se quedó en silencio, no porque no tuviera una respuesta, que la tenía, sino porque estaba emocionada, cuando hizo el trato con Timothy Hardwick, en sus planes no estaba pasar más de un año con el CEO al que estafarían, hasta en algunas ocasiones se vio demandada por él. No podía decir que su falso matrimonio había sido un camino lleno de rosas: sin embargo, se había enamorado de ese hombre malhumorado y tendrían un hijo. Danielle asintió con una sonrisa. —Me gustaría intentarlo, sin mentiras, solo tú y yo —dijo ella en un mu