Nikolay paso sus manos por mi espalda masajeándola con fuerza, pero con mesura para no hacerme daño, aquel aceitoso amigo había sido el detonante de todo, y después de aquella entrega que tantos años nos habíamos negado, hoy solo me alejaría de cualquier de todo, y haría caso a las palabras de Nikolay, por primera vez en mi vida fui egoísta y pensé solo en mí, eso no quería decir que me hacía sentir bien conmigo misma, pero después de 18 largos años, era la primera vez que me dejaba llevar por lo que quería yo… Y no por lo que era correcto o incorrecto. De repente sentí como bajo sus manos a mi trasero, demasiado tiempo para ser un masaje de espalda. —¿Adónde crees que están yendo tus manos, señor masajista? —inquirí con los ojos cerrados. —¿Que esperabas? Que no le daría la atención a tan bonito trasero que cargas, cuando me piden un trabajo lo hago bien —dijo pasando sus manos aceitosas por mi trasero, no sin darle una cachetada que me hizo soltar de un quejido
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