La ley del amor La puerta se abrió de sopetón, cuando ya dispuesta a irme. De aquel yate salió una mujer subida en unos tacones negros de aguja con un traje de empresaria ejecutiva de alguna corporación, paso su mirada en mi con una sonrisa ladina, la mujer era más alta que yo con un cabello negro largo y una piel canela preciosa, se dispuso a recogerse el cabello en una coleta alta y elegante, me miro ladeando su cabeza, puso su mano en su barbilla mirándome como si me estuviera analizando. ¿Quién esta mujer? Que pregunta tan tonta lucia, quien más iba a ser, el ligue de Nikoly, y pensar que dijo aquellas palabras, será idiota. —Espera… no me lo digas, me gustan las adivinanzas —d
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