—Me llamo, Lucy… ¿quieres diversión? —soltó tomando mi mano y acercándose a mí, su mano temblaba de lo que a mi parecer era miedo, la mire a los ojos y parecía temerosa y llena de dudas, como si no estuviera segura de lo que hacía, pero ¿entonces porque lo hacía? Se levantó del asiento con una sonrisa atrayéndome a los privados. Caminamos lentamente dejándome llevar para saber que era capaz, de la nada empecé a sentirme mareado. —Qué tal si vamos a lo que vinimos —sostuve mi cabeza desorientado mientras sentía la cabeza dar miles de vueltas en un maldito carrusel, sin darme cuenta ya estábamos en la habitación, y la chica me empujo a la cama. —¿Que le pusiste a mi bebida, m*****a niñata? —verbere sin poder levantarme. ¿cómo no lo supe ver? Estaba tan inquietado por quien podía ser que baje la guarda ante una adolescente calenturienta. —Lo siento… pero tengo que hacer esto… eres perfecto para ser el elegido, un hombre mayor y maduro realmente guapo para ser mi
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