Estoy frente a frente con la persona que he estado llorando noche tras noche. ‘No puede ser’, pienso, dándome una bofetada en la cara. "AUCH", grito, frotándome la mejilla. Malachi se limita a mirarme con incredulidad. "¿Por qué demonios acabas de hacer?", pregunta, levantando una ceja en señal de pregunta. "Em, pensé que era otro sueño, y me estaba asegurando de que eres real esta vez", le explico, aún desconcertada. Su risa, que tanto he echado de menos, llena el aire. "Te aseguro que soy muy real", dice, flexionando sus bíceps hacia mí. "Oh, sí, definitivamente eres tú", digo con una risita, poniendo los ojos en blanco. Me sacudo el humor, me aclaro la garganta y recupero la compostura. No puedo resistirme a apartar un mechón de cabello extraviado de su frente. "¿Dónde has estado?", pregunto, mirando fijamente sus preciosos ojos marrones, con el corazón saltando en mi pecho. "Esas brujas me dispararon con una bala de plata", dice, y su expresión se oscurece por los recuerdos. "Cyp
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