Mi vida se iba con cada golpe que Martin le estaba dando a Bastian, cuando nos encontró lo había llevado al salón principal al que llegamos desde un principio, estábamos solos, amarraron a Bastian una mano atada en cada esquina de una de las paredes que tenían esposas pegadas, a Chuck lo tenían esposado, agarrado y también lo habían golpeado, y yo por más intentos que hice para evitarlo, me amarraron las manos con unas esposas y dos de sus enormes guardias de seguridad no me permitían acercarme a ellos. Bastian estaba escupiendo sangre por la boca, estaba muy golpeado, y Martín seguía pegándole en las costillas, en el estómago, en el rostro.— ¡Por favor déjalo en paz! —le grité por milésima vez.&mdas
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