Pasó una semana y las cosas entre Martín y yo no mejoraron; al contrario, cada vez estamos más y más alejados. Ahora veo cómo Celeste viene más seguido a la oficina con el pretexto de que se siente muy sola, y Martín, como un idiota, la acoge, aunque siento que ella lo está manipulando con lo de la muerte de ese bebé. Él siente culpa o algo parecido, por eso hace todo eso. De no ser así, no estaría ayudándola.—Ya no soporto verte así —dice Ana, dando una palmada fuerte a mi escritorio, haciendo que me sobresalte.—¡Mierda, Ana, me asustaste!—Tú y yo nos vamos de fiesta y no acepto un no como respuesta.—Ay, Ana, no quiero.—Ana, no estoy de humor, no tengo… —ella me toma de los hombros.—Lisa, ¿vas a dejar pasar tu vida lamentando por una persona que no vale la pena? —dice señalando a la oficina de Martín—. Si él prefirió a esa mujer que tanto daño le hizo a él y a su familia, pues es un idiota. Él se pierde a una mujer maravillosa, pero ya no te quiero ver así.Ana tiene razón, no p
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