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Todos los capítulos de Deseos Oscuros: Capítulo 11 - Capítulo 20
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11. La horrible sensación de sentirte traicionada.
Sharon estaciona el auto frente a una casa gigante, parece una mansión; es de tres plantas y estoy segura que está equipada con muchas habitaciones, ya que es notable, es luminosa y la música está tan alta, que se escucha acá afuera. No parece la casa de un "amigo" a menos que ese amigo sea el hijo del presidente.Hay un montón de autos finos, como los de las chicas, incluso mejores, en todas las entradas que puedo ver desde aquí hay hombres con armas, lo cual me sorprende y me asusta. Esto está muy raro y no me gusta nada.—Sharon ¿dónde estamos? —le pregunto, esto está muy raro.—Calma, ya te dije, en una fiesta —contesta sin mirarme.

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12. Castigo y encuentros peligrosos.
—¡Maldita perra! —me grita Sharon.Admito que lo que acabo de escuchar me sorprende, pero no me intimido.—¿Perra? ¿ahora soy yo la perra? tú te acuestas con todos estos hombres, por dinero —contesto.—Sí, lo hago, pero es mi problema. Yo sólo quise ayudarte. Esto no es malo, Kimberly, es fantástico —me responde como si fuera lo más maravilloso del mundo, yo niego con la cabeza.—No lo es, es denigrante y vergonzoso.¿Cómo puede decirme eso? Ni siquiera me da una disculpa. Esto me pasa por ser crédula y estúpida.

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13. Gritos y vasos rotos.
Llegué a mi casa un poco asustada, pues ese hombre fue a la escuela, tal vez fue a ver a Sharon o algo así, pero la forma en la que me miró fue siniestra y malévola. Me hace querer decirle todo a mis padres, pero me entra un escalofrío de solo pensarlo.En cuanto a la película con Tania se canceló puesto que tuvo un problema familiar.—Hola mamá —la saludo mientras entro a la cocina.Me quedo helada pues madre está llorando.—¿Qué pasa? —le pregunto acercándome a ella.—Nada hija, ¿cómo te fue en la escuela? —responde secando las lágrimas.<
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14. La agonía de una madre.
Estamos Tania y yo sentadas en la cafetería de la escuela. Ésta está bastante repleta hoy. Mi acompañante intenta decirme algo, pero poca atención le presto, sólo puedo pensar en la pelea de mis padres.—No mires, pero Sharon viene hacia acá —rueda los ojos.—Hola —saluda la susodicha y ambas la miramos.—¿Qué quieres, Sharon? —digo fastidiada y cansada. Ella ladea una sonrisa.Ha estado enviándome mensajes sin parar. No se da por vencida.—En este momento me necesitas, ¿tu madre ha estado llorando? —en cuanto dice eso me pongo alerta al instante. Tanto que me
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15. Conociendo el infierno.
Luego de bajar por escaleras, ignorando los llamados de mi madre para ir a comer, empecé a caminar con sólo un lugar en mente. Sharon. Ella tiene que saber que está pasando, que significan estos papeles que están en mis manos, que significa que mi madre llore a cada rato, y que esté tan agobiada.Toco el timbre de la gran casa que está frente a mí, espero impaciente y al rato me abre la puerta una señora del servicio.—Sharon —es lo único que digo. Ella me da una mirada rápida y se va por un momento, luego regresa diciéndome que está en su habitación.La señora me guía hasta la habitación. La puerta tiene una gran S dorada en t
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16. La muerte si está vestida de negro
Estar en una situación como ésta me tiene muerta de miedo. Las palabras que hace un rato dijo ese hombre son espantosas y me dieron escalofríos. Estoy temblando, no sé qué hacer, solo quiero sacar a mis padres de aquí y huir, pero no puedo ni siquiera pensar. —¿Qué...? ¿qué piensan hacernos? —logro decir cómo puedo. —¿A ustedes? Nada ¿a tu padre? Digamos que lo llevaremos al propio infierno —responde y suelta una sonora carcajada. También se unen los demás. —Por favo... —¡Cállate! —le gritan a mi madre antes de que termine de hablar. Toman a mi padre y lo arrodillan, éste levanta la cabeza y nos mira suplicante. Esto me está partiendo el alma, las lágrimas empiezan a salir sin cesar. Todos le empiezan
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17. Propuestas tentadoras.
Estar frente a la tumba de tus padres, sinceramente no se lo deseo a nadie. Nadie debería pasar por esto. Ellos son los seres más importantes en tu vida, cariñosos y bondadosos, en la mayoría de los casos, así que deberían ser eternos. Pero verlos morir es mucho peor, es como si te enterraran una estaca filosa en el corazón, tan doloroso que te mata el alma. En él sólo queda odio y rencor, pero, sobre todo, ganas de vengarte. —Lo lamento mucho —susurra en mi oído otra persona. Así han estado pasando y diciéndome eso, pero ni caso les doy. Mi tía, hermana de mi madre, con quién me quedaré, está justo a mi lado. Su mirada es fría, al igual que su corazón. Ella odiaba a mi mamá porque, tuvo lo que ella nunca pudo tener. Un esposo, una hija, una casa, una famili
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18. Una mujer poderosa
Cuando llegué a mi nueva casa, estaba vacía. Mis maletas estaban frente a la puerta de mi nueva habitación y había una nota en la nevera. Tuve que salir. Desempaca y haz tu cena. —Margaret. Eso decía. ¡Qué buena tía tengo!Ahora estoy desempacando y volviendo a ordenar en el pequeño armario. Mi cama es un poco dura y el baño está sucio. Debo acostumbrarme. Al abrir el bolsillo delantero de la maleta veo mi nuevo celular, un pequeño regalo de la familia de Tania, ya que el mío se volvió añicos en la balacera. Debajo de éste, está una fotografía de mis padres en su boda. La única que logré rescatar. Se ven felices y enamorados. La estrecho contra
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19. Una sensación placentera.
Al final Erik nos mandó una camioneta a recogernos, una muy fina, que tenía un conductor ya conocido para mí y champaña. El auto se detiene en la misma finca que pisé hace unos días. Sharon baja con una sonrisa y yo espero unos minutos adentro. Suspiro y luego salgo. Hombres diferentes están ahora armados por todo el lugar, la música está extremadamente alta, el lugar está muy bien iluminado y hay más autos que ese día. Con cuidado de no caerme debido a los altos tacones empiezo a caminar detrás de Sharon hacia la entrada. El hombre en la entrada detiene a Sharon y ésta indignada dice que somos unas invitadas especiales. Él pide disculpas y nos dejan pasar. Aquí adentro es otro mundo, es una fiesta muy distinta a la del otro día. Ahora hay más chicas bailando en tarimas y hay poca gente en comparación con la fi
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20. Todos necesitamos cambios.
Acabo de llegar a mi casa, queriendo encontrar un grato recibimiento, pero me encuentro a Margaret votando humo por las orejas y un poco ebria. —¡¿Dónde carajos estabas?! —grita en cuanto termino de cerrar la puerta, tras de mí. —Le dije que iría a quedarme a dormir donde una amiga —contesto. —¡Mentirosa! ¿Crees que no te vi con ese hombre en el cementerio? Seguro estabas con él. —No miento, estaba... —¡Cállate! Y haz la cena. Se mete a su habitación, tambaleando un poco y cierra la puerta de un gran azote. Respiro profundo y me encamino hacia la pequeña cocina. Abro el refrigerador y encuentro que está vacío, sólo tien
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