Nathe no supo explicarse a sí mismo lo que sintió en ese momento, al ver a aquel pequeño ser humano del que había renegado y abandonado a su suerte, en ese entonces era muy inmaduro y le temía a muchas cosas, una de ellas era su madre, le aterraba llevarle la contraria casi todo el tiempo. Pero ahora, al ver a su pequeña hija jugando y riendo con los otros chicos, unas ganas inmensas de abrazarla llenaron su cuerpo, y eso lo asustó.—Se llama Wendy, María, su madre eligió el nombre —le menciona la madre superiora.—¿Por qué nadie la ha adoptado? —pregunta él sin apartar la mirada de la pequeña.—¿Acaso no lo sabe? —la madre superiora enarca las cejas.
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