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Todos los capítulos de Perfectamente Imperfecto: Capítulo 11 - Capítulo 20
24 chapters
11. La pequeña Rebecca
REBECCA Me voy a volver loca. No sé en qué momento quise meterme a estudiar negocios y asociarme con mi padre. Sonrío al recordarlo, desde pequeña padre siempre se ha volcado en su trabajo. Recuerdo que me quedaba pasmada cada vez entraba a su despacho, me cogía en brazos y me sentaba en sus piernas, usando la enorme silla giratoria que hasta el día de hoy sigue teniendo. Me iba enseñando cosas que para un futuro él decía que me serviría. Y no se equivocó. Gracias a él, tengo claro cuando quiero conseguir algo y la forma en la que así lo quiero. Me ha enseñado a tener seguridad y a tener el don de la palabra. Suspiro, cansada. Esto de estudiar me agota lo que no está escrito. Miro la hora de mi iPhone, las doce y veintitrés del mediodía. Padre se queda algunos sábados y yo le llevo la comida. Me dispongo a recoger mis apuntes y me doy un repaso en el espejo de mi habitación antes de salir de mi casa. Enciendo la radio y a medida que su
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12. Atrapada en sus redes
NOA Aprovecho mi tarde libre para organizar el piso. Cojo los libro de la estantería, limpio el estante y los voy ordenando de menor a mayor tamaño. Uf, hacía tiempo que no le daba una pasada profunda. A veces el trabajo por muy placentero que me resulte, da mucha faena. Necesitaba dedicarme un poco de cariño y eso hice esta mañana. Me hice una mascarilla facial casera y me depilé las piernas para notar el suave tacto que tanto adoro. Y bueno… mmh… también me depilé mi zona íntima. No me juzguéis, voy a quedar con un tío bueno y si tengo la oportunidad quiero estar presentable. Billie Eilish suena en mi radio y automáticamente finjo ser yo quien canta la canción.  A Steve le encanta esta tía, y no me extraña. Apago la radio y caigo rendida al sofá, junto con mis palomitas y mi película favorita, La Milla Verde. De verdad que cada vez que la veo es imposible no llorar, tantas emociones encontradas me pueden. Miro la hora en el móvi
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13. El anuncio y la cita
NOA Se me cae la taza de leche al suelo. - ¡Joder! ¿Es que hoy no me va a salir nada bien? – suspiro con pesadez. En que iba de mañana ya me había tropezado, se me había roto la alcachofa y ahora esto. Después de lo de anoche no conseguí pegar ojo. El pelinegro se aprovechó de la situación y el muy cabrón me dejó sin terminar. Recojo con cuidado la tacita y cojo la fregona del almacén para limpiar el suelo. Voy a la habitación para ponerme la ropa de equitación e ir a ver a mi frisón. Contaba con Adrien que me dijo que iba ir más temprano para echar un vistazo y que todo estuviese bien. Me miro en el espejo de cuerpo entero que tengo en las puertas del armario. Miro mi piel desnuda y recuerdo cuando Alex me besó, instintivamente la toco y una corriente eléctrica atraviesa mi cuerpo. Sacudo la cabeza en un intento de sacarme esos hechos de mi cabeza. - No. Basta, Noa – me digo en voz alta para mentalizarme. – Hoy vas a quedar con un chi
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14. Atascado en el pasado
ALEX - Alex, vete a la m****a. – Dani está muy cabreado, él ha sido quien quería apostar y ha acabado perdiendo. Me retuerzo en mi asiento riéndome de su cara, la chica a la que tenía que intentar ligarse no ha caído y ha acabado por tirarle medio cubata encima. - No me eches a mí las culpas, cabrón, aprende a ligar. – espeto burlón. Miro a Isabella, está hablando con un tío en la barra. Su vestido ceñido deja poco a la imaginación y no puedo evitar pasear mi mirada en ella. Ella vuelve su vista en mí y me sonríe, diabólica. Su larga cabellera negra y ojos azules hipnotizan tanto… Siempre me ha gustado, siempre he ido detrás de ella y ella lo sabe. Ha sido la única que no ha querido nada serio conmigo, solo he entrado en la categoría de follamigo. Sin embargo, desde hace un tiempo esa obsesión ya no era tan intensa e incluso era ella la que se insinuaba, no yo, como de costumbre. Quito mis ojos de ella, con un sentimiento extraño que todavía n
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15. Frustración
NOA El comienzo de semana había empezado movidito. Mi profesora sabe que no tengo absolutamente ninguna idea para el proyecto final y yo me estoy volviendo loca, últimamente solo había sido trabajo, quebraderos de cabeza por el pelinegro y más trabajo y ahora uno de los caballos se había lesionado por culpa de una jinete aun muy novata. Esta no hizo caso al profesor, indicó fatal a la yegua haciendo que se tropezase y sus posteriores se dañasen. Cuando lo supe, fui corriendo a la oficina que se encuentra al este de las cuadras y aquí estoy. - Esto no lo podemos tolerar, Adrien. Los padres de la chica deben hacerse cargo de la irresponsabilidad que ha hecho. - Noa, cálmate...

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16. La clase de equitación
NOA - ¿Me estás diciendo que voy a conocer al hombre sexy que te trae como paleta? – dice Steve emocionado. - ¿Sólo te quedas con eso? – inquiero ofendida. - No te ofendas, nena, pero por mucha piscina y tíos buenos que haya en la fiesta me la trae al pairo – recoge sus apuntes y me da mi libreta. – Yo quiero la parte jugosa, necesito conocer al hombre de mi amiga y darle el visto bueno. Volteo los ojos. – No es mi hombre, Steve. Y es verdad, el pelinegro no era nada mío y no tenía ningún derecho sobre él. - Y es un capullo – bufo. – Así que nada de darle el visto bueno. - Hija, es que no sé qué haces que te vienen todos los imbéciles. Te ven con cara de tonta y pasa lo que pasa. - ¡Oye! – le pego en el brazo ofendida y él se ríe. - Auch, bruta – se acaricia el brazo. – Es que es verdad. Eres demasiado buena, nena. - Si es así, entonces no es mi culpa. Son ellos los que deben valorar a las buenas persona
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17. La fiesta
NOA Ayer por la tarde me pasé mucho tiempo paseando con Diabolo e iba tan empanada que como consecuencia ahora tenía un raspón cubriendo todo el pómulo derecho. Steve adora meterse conmigo cada vez que me pasa algo y esta vez no era una excepción, casi se atraganta con el cruasán de la cafetería cuando le he contado el pequeño incidente. - Pero ¿cómo se te ocurre, nena? ¿Qué hacías para no haberte dado cuenta de la rama? – Steve me mira entre apenado y divertido. - No lo sé – pero sí lo sabía. Me pasé todo el rato pensando en el pelinegro, incluso durante el desafortunado momento. Me toco la herida y pongo una mueca al sentir el escozor. – No me di cuenta de que había una rama y cuando me di mi caballo se asustó y por poco me caigo también.

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18. La fiesta II
NOA Me acerco lentamente hacia su cuello y tengo que estirar para llegar a él debido a la diferencia de altura. Dibujo círculos imaginarios en la piel de su cuello y exhalo por lo bajo, desesperada por tocarle. La tensión sexual acumulada me puede y con alcohol en mis venas no creo que pueda soportar mucho más. Me separo de él para mirarlo a los ojos y estos me observan inexpresivos y brillantes. Y cuando estoy por acercarme de nuevo, el pelinegro se levanta de un salto y se acomoda al lado de Ruby, la morena que anteriormente estaba sobre él. Esta le abraza por el hombro dejando un beso en la mejilla y me mira triunfante. Ahora mismo mi dignidad no existe, se fue desde el momento en que quise acercarme a él. La cabeza me da vueltas y mi corazón se siente humillado,
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19. El aseo
NOA Me quedo inmóvil sin saber cómo reaccionar, creo que el efecto del alcohol se me acaba de pasar en segundos. Ahí está, distante, como la primera vez que lo conocí. - Fuera del puto aseo - acota fríamente. - Ahora. Suspiro, a veces se comporta como un auténtico gilipollas. Miro a Bruce que también se ha puesto tenso y me coge de la mano para salir del cuarto de baño. Pero cuando estamos saliendo, Alex coge del brazo con el que me sujeta a mí y nos detenemos instantáneamente. - No - espeta cortante y me mira. - Ella se queda. - Oye, tío, ¿de qué coño vas? - Bruce se queda a escasos centímetros de Alex para e
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20. Agridulce
NOA Una vez más, Alex me había dejado tirada y yo se lo había permitido. Nunca he sido la clase de chica que se arrastraba entre m****a si el chico que le gustaba se lo pedía, solo para conseguir llamar su atención. Nunca le he reclamado a alguien si este no quería estar conmigo, nunca me he frustrado si mostraban desinterés. Cada vez que un chico quería jugar con mis sentimientos, no reclamaba, no me enfadaba ni se lo echaba en cara... Simplemente, me alejaba. Y lo alejaba a él. Nunca me han gustado las personas que no hacían más que restar, huía de ellas como la peste. Pero ahora, no tengo claro qué papel jugaba el pelinegro. Estar con él se sentía tan libre pero tan desconocido a la vez. Y ahora caigo en cuenta que no le conozco ni una pizca de lo que a mí misma
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