Milo corrió por el edificio durante unos cuantos minutos, saliendo del edificio sin aliento, gritando que su hija estaba a punto de nacer. Tenía el corazón acelerado e incluso sentía como las piernas le temblaban de pánico y felicidad. Era una sensación tan extraña que le encantaba. Estaba feliz y no podía ocultarlo. Finalmente el día había llegado, finalmente podía conocerLos meses habían pasado tan rápido que ni siquiera se había preparado al cien por ciento para lo que se venía. Estaba completamente seguro que al llegar al hospital, que en el momento en que ella se encontrara con él, lo iba a golpear.Durante los últimos meses del embarazo, Natasha realmente había odiado a Milo, las hormonas habían corrompido por completo la relación que tenían juntos y aunque Natasha realmente lo amaba, no podía verlo sin mo
Leer más