—¡Agh! —gritó él en reflejo al dolor, llevando la mano izquierda a sostenerse, justo al momento en que Yuki atravesó el espacio sobre su hombre y sin darle tiempo a Tayuya para escapar de su puño, impactándolo en su rostro y lanzándola fuera del edificio.Los ojos de Jose y Yuki temblaron en el instante en que ella se aseguró de lanzar fuera a la peliroja. ¿Cómo demonios ellos no lo habían notado en un principio? Ella seguía vivita y coleando, inclusive con el golpe que ella le propinó, pudo pararse para mirarlos desde su sitio. Jirobo estaba en el suelo pues Jose lo había soltado y a Tayuya le bastó sacar su flauta de entre su ropa para tocar una melo
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