Normalmente, después de la intimidad no mirarse a la cara, terminaban peleando o ella llorando. Claro, ya de adultos, personas con compromisos y responsabilidades, porque antes de que los descubrieran, cuando eran adolescentes, siempre se quedaban abrazados y haciéndolo las veces que desearan. Oh solo conversaban. Se admiraban, reían. Se querían mucho. Esa noche había vuelto a pasar lo mismo; Enzo conversó con ella y por primera vez, no hubo peleas ni discusión. Emma aceptó por entereza, que su hermano tenía que volver a su vida normal, que, a pesar de haberla hecho suya, nuevamente, él iba a casarse y ahora tenía una prometida qué cuidar. El fin de semana pasó tranquilo, ya su mente y corazón le alegraba tanto abrir sus redes y encontrar muchos mensajes cortos de su hermano: «Te extraño&raq
Leer más