Día tras día, ella conocía a ese hombre aún más. Generosidad sin fin, cualquiera necesitado que llamara a su puerta y le preguntara qué comer, le daba trabajo. __Trabalho genera dignidad, honor. -dijo. Sin embargo, no admitió fracasos, ni deslealtad. Con Duarte no había segunda oportunidad. El amor que sentía solo aumentó. Tenía la impresión de que explotaría con tanta alegría. Agradecí a Dios todos los días por estar viva, por haber añorado una etapa de su vida, constituyendo su familia, por haber vivido lo suficiente como para encontrar lo que tanto buscaba: el amor verdadero. Pero... Enuna mañana gris de septiembre en Canela, Duarte la encontró encogida en la cama, llorando de niña. Su mirada exhibía toda la desesper
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