Presente.El ruido de los relámpagos me hace abrir los ojos, mis brazos están rodeando el cuerpo de Ariel, mi fuerza es tanta, que su espalda parece incrustada a mi pecho, inundo mi nariz entre la curvatura de su cuello y su olor a lavanda me la pone dura, mi mujer, mi esposa, y pronto por la ley criminal. Esto no me iba a detener en mis planes, desde que la vi en aquel parque con la nariz ensangrentada, sus ojos fueron las cadenas que me ataron a su infierno.Eran las tres de la madrugada, cuando estoy con ella nunca tengo pesadillas, aún faltan muchas cosas que conozca de mí, y yo de ella, estoy seguro, pero para eso hay demasiado tiempo, ahora lo único que me preocupa es el hecho de que está esperando un hijo mío, que tiene un precio, y que nada ni nadie los va a tocar
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