12. Como adolescentes
En cuanto llegamos a la propiedad me apresuré sin titubeos a salir del auto, sentía que me asfixiaba ahí dentro. Pero oh sorpresa, la puerta no abría, y no era que estuviera averiada o algo así; eso era imposible tratándose de un auto de lujo, simplemente que el joven no soltó los seguros automáticos, hasta que bajó, rodeó el auto, y me abrió personalmente la puerta. No tenía ánimos de seguir peleando, así que solo le seguí el juego y tomé su mano para que me ayudara a salir. Un gesto caballeroso y educado que de algún modo él disfrutaba, pude notarlo. ―Gracias ―dije tomando mis cosas esperando que no se ofreciera a llevarlas, por que si lo hacía iba a gritarle. ―Ha sido un placer. Me di la vuelta para entrar a la residencia, pero mi sorpresa fue mayor al ver el auto de la compañía estable. Los neumáticos tenían otra vez su aire como debía ser. ―Dime algo, Neal ―pedí de la manera más civilizada parándome justo frente a él―. ¿Por qué le hiciste
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