Él se sienta sobre el sillón y me susurra que me suba sobre él. Asiento como una niña obediente. Camino hacia él, flexiono un poco las piernas. Mis ojos no se separan de los suyos. Nuestro deseo es inmenso, inexplicable, lujurioso, ardiente y pasional.Un estremecimiento me recorre el cuerpo al sentir como posa ambas manos en mi cadera y de un fuerte golpe me penetra.—Aaahhh… —grito del placer. Mis pezones están duros, mis pechos se mueven a cada embestida. Sin descanso él me penetra cinco… seis… siete… veces.Nuestras miradas se fusionan y lo animó a que siga, que me folle hasta romperme, quiero que su enorme pene me rompa hasta sangrar, que me haga gritar como una puta loca, que haga que me pierda en el mundo del placer. Asiente satisfactoriamente, le gusta, lo disfruta, lo vive, lo saborea.El placer va a hacer que ambos explotemos.El tiempo pasa, m
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