Tumbada sobre la cama, inmersa en mis pensamientos, sin haber podido pegar ojo en toda la noche, aún mantenía los ojos cerrados, intentando poner la mente en blanco para dormir. Pero era en vano, ya había amanecido hace bastante rato, y podía escuchar los maravillosos sonidos que me embriagaban de aquel lugar.Pero, aun así, quería seguir resistiéndome a salir de la cama un poco más, necesitaba saber qué era lo que quería en mi vida, deseaba decidir cuál sería mi elección final.Siempre había pensado que después de David no habría nadie más, que él sería el definitivo, que se convertiría en mi esposo y juntos formaríamos una familia, ese había sido siempre mi deseo, amanecer junto al hombre al que amaba durante el resto de mi vida. Pero algo había cambiado entre nosotros, parecía que David
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