Todos los capítulos de Clarita: La niña que esperó en el puente: Capítulo 111 - Capítulo 113
113 chapters
DE LA NIÑA QUE ESPERÓ EN EL PUENTE (2)
Me sobresalté cuando me pareció oír su risa sarcástica y demencial, cosa de mi imaginación, obviamente. No fui capaz de entrar, como no fui capaz nunca de enfrentarla como se lo merecía. Entonces, miré la escalera que había subido y bajado un millón de veces cuando era niña. Descendí y casi sin pensarlo, entré en la habitación que algún día fue mía. Volví a mi niñez. La cama pequeña seguía ahí, con sus cobijas grises de lana y sus almohadas. La colcha que nunca me calentaba o me calentaba de más. Sonreí. El aparador con los regalos de Adal. La muñeca hermosa y lujosa de largos cabellos rubios y amplio vestido color melón seguía en la repisa. Los libros de Kafka, Sabines y Cortázar; las revistas cinematográficas y los discos de Guns N’ Roses, Aerosmith y Bon Jovi; esperaban que volvier
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DE LA NIÑA QUE ESPERÓ EN EL PUENTE (3)
Aunque me doliera tanto, aunque tuviera miedo, aunque no obtuve de la vida todo que deseé, comprendí que podía reinventarme a mí misma, porque era libre y podía ser lo que se me ocurriera ser. Entendí que esa paz y esa tranquilidad que tanto anhelaba, era imposible de alcanzar porque el hecho de amar como yo amaba no lo permitiría jamás. Adal vino a revolucionar mi mundo y su presencia en mi vida marcó un antes y un después. Tenía todas las cualidades que me hicieron conocer el amor: su carisma, su pasión, su forma de ver la vida, esa magia que me hizo amar el mundo de la actuación y que me ayudó a salir adelante. Pero no era el hombre indicado para mí, como tantas veces me lo recalcó. Sin embargo, lo necesité para poder abrir los ojos, para entender que ese era el verdadero amor, la alegría, la nostalgia eterna de la separación. Eso era mi amor por &e
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DE LA NIÑA QUE ESPERÓ EN EL PUENTE (4)
“Querida Clarita:Me pregunto cómo estarás después de la partida de nuestra adorada Luisa. Estoy aquí solo en mi habitación, tan afligido y te aseguro que no puedo creer que una persona tan buena y bondadosa se haya ido. Me siento impotente lejos de todos ustedes. Quiero saber cómo están, cómo estás tú, especialmente tú. Sé que Luisa fue para ti como una madre, y más que la instrucción en la cocina, te dejó un valioso aprendizaje para la vida. Recordarla a ella me remite indefectiblemente a ti. Tú llegas siempre a mi mente acompañando lo bello, lo sublime, lo intangible, en momentos especiales contra los cuales ni el tiempo, ni la distancia me separan de ti. Te confieso que he querido sacarte, pero no puedo, mi mente, mi corazón y mis ganas de ti se niegan como el sol a morir en el ocaso. Por grande que fuera mi deseo de escribirte,
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