AmbarLa música suave y las risas llenaban el salón, pero todo lo que yo podía escuchar era el latido acelerado de mi propio corazón. Tomás y yo habíamos llegado temprano, y aunque él intentaba mantener la conversación ligera y distraerme, mi mente estaba en un solo lugar: Axel.Cuando finalmente los vi entrar, sentí como si el aire se escapará de mis pulmones. Axel y Dolores parecían la pareja perfecta. Él, en un impecable esmoquin negro, y ella, con un vestido rojo que destacaba en medio de la multitud. Mi corazón se rompió un poco más con cada paso que daban hacia nosotros.Hice lo mejor que pude para mantener una apariencia serena, pero mis manos temblaban levemente mientras sostenía la copa de champán. Tomás, siempre atento, puso una mano en mi espalda, brindándome un apoyo silencioso.— Buenas noches, Tomás, Ámbar — dijo Axel con una voz distante, casi como si estuviera hablando con extraños. No me miró a los ojos, su atención estaba fija en algún punto lejano del salón.Dolores
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