Había transcurrido poco más de media hora desde que platicó con Vanesa, y Christopher seguía mortificándose por la idea de que Caleb y Rebecca fuesen algo más que sólo amigos. Estaba recargado sobre la barra de servicio, bebiendo cervezas, procurando mantenerse lo suficientemente sobrio como para manejar de regreso a casa. El hijo del narcotraficante no era un Don Juan de antaño ni nada parecido, para él las cuestiones del corazón eran dramas de telenovelas latinas y casi nunca sucumbía hacia lo que se sentía, pero con Rebecca era difícil ignorar ese sentimiento. La alumna nueva era una chica que rebosaba de un gran atractivo físico sin embargo, el carácter ocurrente, afable y divertido era lo que resaltaba ante los ojos de Christopher, era lo que más cautivado lo tenía. Le recordaba con frecuencia a Laura quien contaba con un carácter similar antes de que pasara lo que pasó en la velada nocturna en que falleció su madre, desde entonces no había vuelto a tropezarse con ella hasta es
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