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Todos los capítulos de Dioses entre nosotros: Capítulo 21 - Capítulo 30
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XX. The Apex Predator
Charlotte poco a poco recobraba la consciencia y el control de su cuerpo. Sentía un dolor punzante en su estómago y estaba aturdida por la explosión, pero logró abrir los ojos teniendo la cabeza viendo a su regazo. Había sido despojada de sus armas y de su cubrebocas. Pronto, se dio cuenta que estaba sentada, que el dolor era producto de una herida profunda, aun sangrante, en su estómago, y que sus manos estaban sujetas con esposas detrás del respaldar de la silla. Su primera reacción fue intentar liberarse, pero las esposas quemaron sus muñecas; eran de plata.- Salutări, Regina mea. – Una voz con acento mecánico se alzó en frente de ella, por lo que levantó la mirada.Era el vampiro que se supone debía capturar, y que ahora él la había capturado a ella. Era un hombre alto, de cabello rizado azabache, que alcanzaba su cuello, con un suéter de cuello de
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XXI. Noche libre
Un par de días después, una mañana gris y nublada se llevaba a cabo un funeral en las afueras de Londres. Tres ataúdes en fila eran llorados por grandes grupos familiares, esperando por el descenso a los agujeros cavados en la tierra. Tras los ataúdes, decoraban tres grandes coronas de flores con los nombres de los difuntos, y en el medio, un religioso ofrecía palabras de aliento a los dolientes.Detrás de las familias, algunos compañeros de los fallecidos hacían acto de presencia de manera discreta; Gilbert bajo su paraguas para evitar la luz del sol, John con una muleta por su reciente herida, y Virginia con su apariencia imponente momentáneamente aplacada por la situación. A unos metros de la escena, bajo las sombras de un árbol voluptuoso, Charlotte observaba con pesar, llevando un vestido de mangas largas negro y sus usuales botas de combate.Ensimismada por el triste escenario, no
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XXII. Interrupción
Abrió la puerta del copiloto y se encontró con el cazador veterano de la organización. Él la recibió con una sonrisa amistosa, que fue correspondida por ella.- Buenas noches, señor ¿Será mi guapo compañero esta noche? – Dijo ella en un tono juguetón mientras se acomodaba en el asiento del vehículo.  - No, señorita, solo seré tu guapo conductor. – Indicó después de una leve carcajada.- Suena bien para mí. – Respondió ella y él puso en marcha el vehículo.Le echó un mejor vistazo a John y se percató que apenas había evidencia de la lesión que había sufrido en la pierna unas semanas atrás, el único indicio de su pequeña minusvalía era un bastón metálico recostado de la puerta del piloto.- ¿Cómo est&a
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XXIII. El hombre de traje blanco
Gilbert intentaba llegar a donde Charlotte había sido despedida con apuro, apenas pudiendo procesar lo que ocurría frente a él; un hombre de traje parado sobre la nada, a metros sobre el suelo y observando directamente a chica vampiro. No podía evitar preguntarse “¿Qué demonios es eso?” para sus adentros en medio de su trote desenfrenado, intentando sacar el arma de su cinturón.El hombre descendió hasta el suelo y aterrizó con ligereza sobre las ruinas que dejó la caída de Charlotte. Ella permaneció inmóvil, sin poder hacer reaccionar ninguna parte de su cuerpo y con una mirada fija de horror hacia aquella persona, como si estuviese presenciando su peor pesadilla.- Hace tiempo que no nos vemos ¿Verdad? Aunque seguro no lo recuerdas para nada. – Dijo el hombre con una media sonrisa en sus labios, en un tono insidioso y guardando sus manos en los bolsillo
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XXIV. La decisión equivocada
Ella sintió que había pasado una eternidad, pero no más de una hora pasó para que la ambulancia enviada por Arthur llegara a la escena. Observó como introducían un catéter en el brazo de Gilbert, los cables del medidor de ritmo cardíaco a su pecho, y lo subían a una camilla entre dos hombres. Una paramédico femenina asistía su respiración con una bomba manual mientras lo introducían dentro del vehículo. Estaba fuera del protocolo, pero el equipo de emergencias dejó que Charlotte subiera con ellos y no al asiento del copiloto.Los dos hombres paramédicos observaban sus signos vitales al mismo tiempo en que circulaban por la carretera a la velocidad más alta posible. En la cabina, todo los equipos médicos se movían de forma vertiginosa, mientras la mujer continuaba asistiendo la respiración del convaleciente y Charlotte mantenía su m
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XXV. El pacto con el diablo
- ¡No tenía opción, estaba a punto de morir! – Exclamó Charlotte, poniéndose de frente a Virginia. Al darle un mejor vistazo, se dio cuenta que no estaba en uniformada como siempre. Era obvio que había llegado con prisa en ese momento, usando un jean ajustado, una camisa sin magas, a medio abotonar en la parte baja y embutida torpemente dentro de la cintura de los pantalones. Tampoco tenía el pelo trenzado como acostumbraba, sino que ostentaba la cascada dorada de sus cabellos totalmente libre, rozando sus caderas. Tenía la cara pálida, sin maquillar y los ojos hinchados. Jamás la había visto de esa forma. - ¿Y convertirlo en un monstruo como tú fue lo mejor que se te ocurrió? – Cuestionó de forma cínica, sin dejar de alzar la voz. - Tan pronto como su organismo acepte mi sangre se recuperará. Está vivo ¿O no? - ¿Pero al costo de lo último de humanidad que le quedaba? Te dije claramente que no lo involucraras en esta misión. - ¿La misión? ¿Te
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XXVI. Tráfico
Era el sótano de un típico edificio residencial londinense, que había sido convertido en departamento por motivos de sobrepoblación y alta demanda en la ciudad. Charlotte descendía por las escaleras para encontrarse una puerta de hierro oxidado, sin evitar recordar las palabras de Arthur antes de que la escoltaran a ese lugar.- Te conseguí un departamento en un barrio medio decente, creo que es ideal pues hará tus salidas nocturnas menos sospechosas y estarás alejada del sol durante el día. – Indicaba Arthur, mientras ambos caminaban por el recibo de la mansión van Helsing.Ella ya se habría cambiado de ropas; siendo de día, se cubría con una pesada chaqueta negra de cuero, un cubrebocas oscuro y una gorra en su cabeza.- Se te enviarán suministros de sangre, comida y lo que necesites cada cierto tiempo hasta que comencemos con la investigación. Como t
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XXVII. Los niños perdidos
- Comienza hablar. – Profirió Charlotte, con su rodilla presionando la espalda de Nicusor hacia el suelo y manteniendo la llave en su brazo. Él lanzó un alarido de dolor, continuándolo con una carcajada.- Me gustaría sentarme, si no te importa. – Dijo sonriente. Ella no tomó su sugerencia en serio, por lo que mantuvo el ceño fruncido y la posición en la que estaba. - ¿Qué? ¿Piensas que voy a huir? – Cuestionó de forma cínica antes de otra carcajada. – El grupo de asesinos para el que trabajas ya acabó con todo mi equipo, bueno, tú te encargaste de los últimos. No tengo a donde ir y si huyo, tus amigos seguro que cazaran.Charlotte dudó de dejarlo libre, pero todo lo que decía tenía bastante sentido. Se quedó con la mirada perdida por un momento, pensativa, hasta que el hombre interrumpió su reflexi&o
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XXVIII. Los niños perdidos: Parte 2
El taxi los estaba llevando a través de la calle Regent, con sus luces adornando el paisaje, las tiendas abiertas, personas circulando haciendo vida nocturna, y los faros de los autos alumbrando el recorrido. Los niños se mostraban tímidos y temerosos de todo lo que estaban viendo, los más pequeños se exaltaban cada vez que un auto hacía sonar su bocina, mientras que la niña mayor pretendía no tener los nervios de punta, con la mirada siempre al frente.Charlotte se dio cuenta de todo lo anterior, pero encontró que esa calle era una buena parada para ellos; abundaban las tiendas de ropa, los pubs y cafeterías que aún no habían cerrado. Le hizo señas al conductor para pedir que se estacionara, y pasó una tarjeta de crédito por el lector del auto.- Andando. – Dijo al abrir la puerta del auto, haciendo a los niños salir. Llevó al más peque&n
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XXIX. Los niños perdidos: Parte 3
En los cuarteles subterráneos de la mansión van Helsing, Virginia evaluaba detrás del cristal del gimnasio a nuevos reclutas que se encontraban luchando entre sí. Monitoreaba cada golpe, cada bloqueo, caída, y lo que fuese, buscando errores o debilidades en su nuevo escuadrón. Ahora había una clara diferencia entre los cazadores originales, vestidos de negro, y los nuevos cazadores de Virginia, elitistas ejemplares de hombres y mujeres, con portes extremadamente intimidantes, todos llevando el unicolor blanco en sus vestimentas, haciendo que la sangre que brotaba de los más duros golpes fuera más obvia.En medio de su vigilancia, un hombre uniformado en blanco, con expresión fría e inmutable, con el cabello rapado y con unos anteojos que acentuaban la fuerza en su mirada, se acercó a ella.- Capitana, tengo información para usted. – Indicó el hombre en un tono mon&oa
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