CAPÍTULO 49. LA ÚLTIMA VEZ
Macarena paseaba por la orilla de la arena en la isla “Cayo El Agua”, tomada de la mano de su esposo, habían viajado por una semana al Archipiélago de Los Roques, un lugar de ensueño, con una variedad de colores, arena blanca, aguas cristalinas de turquesa impoluto y límpido, con más de trescientas islas y cayos, trescientas siete especies de peces y noventa y dos tipos de aves. En ese momento, Valentino la haló a su lado, la tomó por las nalgas y la pegó a su cuerpo. —Gracias esposa por hacerme tan feliz, no me cansó de decírtelo, te amo, como la arena a las olas, como las plantas al sol, como la luna a las estrellas, como el cielo a las nubes, como el día al sol—expresó haciéndole sentir la fuerza de su erección. —Estás convertido en todo un poeta —respondió Macarena gimiendo producto de la excitación que sintió recorrer su cuerpo. Se habían ido allí provenientes de la isla Gran Roque en una lancha, una playa privada, dónde en ese momento solo
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