Capítulo veinte-Xanthos-No supe cuánto tiempo transcurrió después de ambos nos entregáramos a la pasión; pero poco a poco la consciencia volvió a mí y comencé a analizar fríamente lo sucedido. Me estaba maldiciendo a mí mismo lentamente, obstinadamente. Elisa era inocente, fresca y apasionada…; y era virgen, como la primavera. Me odiaba a mí mismo en aquellos momentos. Sentí que la había usado, que la había herido. Quise desandar mi camino, pero entonces, ella pareció cerrarse en torno a mí y no pude resistirme. Tan desvalido como ella, crucé la línea de la locura y me la llevé conmigo.Enfadado conmigo mismo, me senté y me dispuse a buscar un cigarrillo. Luego razoné y me di cuenta de que necesitaba algo más fuerte; necesitaba beber, aunque no confiaba que mis piernas le sostuvieran.El chasquido de mi encendedor sonó como un cañonazo rompiendo el silencio. Por un instante, mi rostro
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