Los depósitos de comida se agotaron, y la única fuente de alimento estaba en las aguas congeladas donde era imposible bajar las redes. Moríamos de frio, estábamos varados en el ártico norte debido a los engaños del capitán. Antes de empezar el viaje, solicitó diez hombres del puerto para salir a pescar. Conseguí los mejores para el trabajo, pescadores con experiencia. Prometió una buena suma de dinero a cada uno. Todos creyeron en la palabra del capitán. El día que partimos del puerto nuestros familiares se despidieron de nosotros, algunas esposas hasta lloraban y los hijos deseaban buena suerte a sus padres. Todo marchaba bien, sin embargo, después de semanas de navegación me di cuenta que la dirección del lugar de pesca era errónea. Le dije al capitán, pero no me hizo caso, se la pasaba con un libro en la mano leyéndolo a todas horas, ni siquiera comía, y lo vi flaco como un perro callejero. Los
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