Para el momento en que los tres lobos se encontraban dentro de la oficina de Ryoichi, el corazón de Edel latía a una gran velocidad, mientras discutían el plan de buscar cualquier cosa que les pudiera servir dentro de la oficina, cualquier indicio del siguiente plan de Ryoichi, cualquier mínima cosa que pudiera servirles, la mente del Delta solo viajo hacia todos los efectos negativos que podría llevarles lo que estaban haciendo. Kiyan se había encargado de los guardias, diciendo que solo iba a sacar a los prisioneros a caminar por ordenes de Ryoichi antes de irse, y por supuesto, ninguno iba realmente a hacerle preguntas al lobo sabiendo que podría romper sus cráneos sin ningún tipo de esfuerzo si así se lo proponía. Además, por supuesto, Kiyan se había encargado de las cámaras de seguridad, así que no debían preocuparse por ser vistos. Y aun así, aun sabiendo que los guardias no harían ninguna pregunta porque temían a su probable muerte, Edel no podía quedarse tranquilo, no podía
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