«—Venga, no seáis tímidos. —Nos empuja para que podamos ver nuestros reflejos—. Sois los niños más bonitos que he podido ver.Papá se ríe con ella.Arrugo las cejas.—Somos tus hijos, es normal que nos veas bonitos —reprocho.Papá se ahoga por la risa, tanta, que mamá lo mira, ofuscada.—Rojita tiene razón —exclama Osen’, enfurruñado.—Pero, mis niños, tenéis que estar presentables para conocer a vuestros tíos. Hay que dar una buena bienvenido —nos dice, suave, algo extraña. —Así es —dicta mi padre que se pone a su lado, pero en él también noto algo raro. ¿Estarán asustados?, ¿de qué?».Hace unos años, tal vez tres, no sab
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