Terminar. Pero como toda mentira, llego un momento en el que ya no fue posible sostenerla. Ella conocía a todos mis amigos, yo no a los de ella, ella conocía mi casa y a mis padres, pero yo no tenía ni idea de con quién vivía, aduciendo que su papá era fregado, por lo que apenas entré un par de veces a su sala, que lucía como cualquier otra. Ella me enseño que guardaba una llave en una maceta en su entrada, lo recuerdo con claridad. A veces desaparecía durante horas afirmando que no tenía internet, otras veces faltaba al colegio hasta dos días, y luego venía despeinada y con los ojos rojos. No me quería contar porque la expulsaron del otro colegio, no sabía casi nada de ella a pesar de las semanas y días que pasábamos juntos, y mientras más pasaba el tiempo, más alejada la sentía y más mal me sentía yo por eso. Ahora sé que era un pendejo… pero en ese momento me sentía hecho verga y creía que era mi culpa.Emilio no sabía que decir. Escuchaba con atención incrédulo
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