Los dos días siguientes son una lenta agonía, en la que esperamos cada minuto que el timbre suene, y Greg nos recoja de este apartamento. Lo sucedido en la cocina, ha puesto de manifiesto nuestra falta de autocontrol, y el gesto pesaroso con el que Josh se pasea por la casa, me hace darme cuenta de que lo último que él desea en la vida, es formar una familia.Por supuesto, no es que yo esté ansiosa por ser madre de un bebé al que no puedo ofrecerle apenas nada, pero ciertamente, no siento la clase de aversión que parece sufrir él.Apenas hablamos, salvo para comunicarnos a la hora de las comidas, o al despertarnos. De hecho, Josh, ya no duerme en el único cuarto de la casa; ahora se queda dormido en el salón, en el incómodo sofá de cuero.Al final, la estancia en este apartamento se alarga otros seis días, y cuando al final del sexto día, aparece Miguel en la casa,
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